domingo, 26 de mayo de 2019

GIMNASIA ARTÍSTICA FEMENINA: EL SUELO




            Hay dos disciplinas dentro de la Gimnasia Artística que son compartidos tanto por hombres como por mujeres, como son el Suelo y el Salto, y en el siguiente texto vamos a conocer un poco mejor como es el Suelo en categoría femenina.



            Antes os quiero recordar los dos textos que he escrito con anterioridad sobre este deporte en categoría femenina, el primero sobre las Paralelas Asimétricas:



            y el segundo sobre la Barra de Equilibrio, en el que conté con la colaboración especial de una de las mejores gimnastas españolas, diploma olímpico en Barcelona’92, como es Alicia Fernández:






            Los ejercicios de Suelo (también llamados “manos libres”) se realizan sobre un tapiz cuadrado de 12x12 metros de material elástico con una zona de seguridad alrededor de 2 metros, y las dos principales diferencias entre la categoría masculina y la femenina son la duración de los mismos (entre 70-90 segundos para las mujeres y entre 50-70 para los hombres) y la utilización de la música en las mujeres.


            Durante el desarrollo de un ejercicio de Suelo, el cual se debe realizar dentro de la zona señalizada para no incurrir en penalización, las gimnastas deben combinar elementos acrobáticos y gimnásticos, realizando al menos dos series acrobáticas (aunque lo normal hoy en día es hacer cuatro), con al menos una serie que como mínimo contenga dos saltos gimnásticos y un giro, todo ello adaptando los movimientos a la música elegida por la gimnasta, lo que le da un toque muy personal a cada ejercicio.




Ahora conozcamos un poco a las grandes especialistas que ha dado este aparato a lo largo de la historia, comenzando por la primera campeona olímpica de la historia, la húngara Agnes Keleti, que se adjudicó el oro olímpico en los primeros Juegos en los que se disputó esta modalidad en categoría femenina, Helsinki 1952, revalidando su título en Melbourne 1956 compartido con la soviética Larisa Latynina.




            Larisa Latynina fue la gran dominadora durante esos años, logrando otros dos oros olímpicos en Roma’60 y Tokio’64, así como el campeonato mundial de Praga en 1962 y el subcampeonato en 1958, además de dos campeonatos europeos en 1957 y 1961.




            En los JJOO de México 1968 el oro fue compartido por la soviética Larisa Petrik y la gran checoslovaca Vera Caslavska, tristemente fallecida hace apenas tres años. En Munich’72 fue otra grande como la soviética Olga Korbut la que se colgó el oro olímpico.







            En los siguientes grandes eventos, el cetro honorífico de la “Reina del Suelo” estuvo en manos de la soviética Nellie Kim, doble campeona olímpica en Montreal’76 y Moscú’80 (aunque aquí compartió en oro con otra grande como Nadia Comaneci), campeona mundial en Estrasburgo’78 y campeona europea en Skien’75.





            Y con esto llegamos a la época que mi memoria reconoce, aquellos Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, donde la rumana Ecaterina Szabo, que el año anterior había sido campeona mundial, se colgó el oro con un 10 en la final, superando a las estadounidenses Julianne McNamara, que fue plata a pesar de lograr también un 10 en  la final, y Mary Lou Retton.



            La soviética Oksana Omelianchik fue oro en los mundiales de Montreal’85, mientras que en Rotterdam’87 el título mundial fue compartido por la rumana Daniela Silivas y la soviética Yelena Shushunova, ambas con sendos dieces en sus dos ejercicios.




            Daniela Silivas fue la única en lograr un 10 en su ejercicio obligatorio, lo que ayudó a que se subiese a lo más alto del cajón en los Juegos Olímpicos de Seúl’88, relegando a la plata a la soviética Svetlana Boginskaya y al bronce a la búlgara Diana Doudeva.



            Oro compartido por Daniela Silivas y Svetlana Boginskaya en los mundiales de Stuttgart’89, ambas con un 10 en la final. Reconozco que siempre he sentido una especial debilidad por Svetlana Boginskaya, una gimnasta con una elegancia de movimientos extraordinaria además de tremendamente segura, algo muy destacable teniendo en cuenta su altura. Quizá no fuese la mejor de la historia, ni la que tenía los elementos más complicados en acrobacias, pero su gracilidad al moverse y su forma de ejecutar los ejercicios la convirtieron en mi gimnasta favorita en el Suelo.




            Dos años después, en los mundiales de Indianapolis’91, el oro también fue compartido por la rumana Cristina Bontas y la soviética Oksana Chusovitina, superando a la local Kim Zmeskal, que fue bronce.



            En 1992 se disputaron los mundiales de Paris en el mes de abril, donde solo se disputaron las competiciones por aparatos, y el oro fue a parar a Kim Zmeskal, siendo la plata para la húngara Henrietta Onodi y el bronce compartido por la rumana Maria Neculita y la “unificada” Tatiana Lysenko, ambas con 9,887, con la española Sonia Fraguas a un paso del podio tras acabar en quinta posición con 9,812, superando a otras grandes gimnastas como Chusovitina o Lavinia Milosovici.




  
Ejercicio de Suelo de Sonia Fraguas



  
            La preponderancia de las gimnastas rumanas en el Suelo se volvió a poner de manifiesto en los Juegos de Barcelona’92, donde Lavinia Milosovici se alzó con el oro merced a su 10 en la final, superando a Henrietta Onodi, que fue plata con 9,950 y a un trío de gimnastas que compartieron el bronce con 9,912: La estadounidense Shannon Miller, la rumana Cristina Bontas y la gimnasta del Equipo Unificado Tatiana Gutsu.






            Cuatro mundiales se disputaron con anterioridad a los Juegos de Atlanta’96, con cuatro campeonas diferentes aunque una repitió: Shannon Miller se impuso en Birmingham’93, la rusa Dina Kochetkova fue quien se impuso en Brisbane’94. En Sabae’95 llegó el momento de la rumana Gina Gogean, que había sido plata en Birmingham y bronce en Brisbane, imponiéndose con claridad en una final en la que la española Joana Juárez ocupó la quinta plaza (por delante de históricas gimnastas como la rumana Simona Amanar, la ucraniana Lilia Podkopayeva y la estadounidense Dominique Moceanu). En San Juan’96 Gina Gogean volvió a lograr el oro, pero esta vez compartido con la china Kui Yuanyuan, ambas con 9,850. El bronce también fue compartido con 9,800 por Lavinia Milosovici y la ucraniana Liubov Sheremeta, con la española Gemma Paz ocupando la quinta posición con 9,775, muy cerca del bronce.







            En los europeos de Birmingham’96 Joana Juárez se colgó la medalla de bronce compartida con Dina Kochetkova, mientras que el oro lo compartieron Lilia Podkopayeva y Lavinia Milosovici.

  
            Lilia Podkopayeva se llevó el oro olímpico en Atlanta’96 tras superar a Simona Amanar, que fue plata, y a la estadounidense Dominique Dawes, bronce por delante de su compatriota y tocaya Moceanu, mientras que Gina Gogean solo pudo ser séptima en la final. La mala suerte de esta competición le correspondió a la estadounidense Kerri Strug, que se quedó fuera de la final debido a una lesión tras haberse clasificado para la final de Suelo con la mejor puntuación de todas las gimnastas, pero la hazaña heroica de esta gimnasta para darle el oro por equipos a las “Magnificent Seven” estando ya lesionada lo trataré en el texto sobre Salto.





            Momento histórico, curioso y para el recuerdo fue el que nos ofrecieron este fabuloso grupo de chicas estadounidenses durante la Gala de Exhibición, cuando se pusieron a bailar sobre el tapiz la “Macarena” de Los del Rio…








            Tras su floja actuación en las olimpiadas, Gina Gogean logró su tercer título mundial consecutivo en Suelo en los mundiales de Lausana’97. Tras el mandato mundial de Gogean, su sucesora en Tianjin’99 fue su compatriota Andreea Raducan, quien fue oro por delante de Amanar.



            Las rumanas dominaban los mundiales, pero volvieron a quedarse sin el oro olímpico en Sydney 2000, donde Simona Amanar solo pudo ser bronce al verse superada por las rusas, que consiguieron el doblete siendo el oro para Elena Zamolodchikova y la plata para Svetlana Khorkina. Una vez más, una gimnasta española se quedó a un paso de subir al cajón que hubiera sido justo por su ejercicio, puesto que Esther Moya acabó en cuarta posición con 9,700, a solo doce milésimas de los 9,712 que le valieron la medalla a Amanar y acabando por delante de Andreea Raducan.





            Tal y como sucedió con Gogean tras su fiasco en Atlanta, Andreea Raducan se repuso de su batacazo en Sydney para hacerse con el oro mundial en Gante 2001, el último logrado por una rumana en un mundial hasta el momento. No hubo españolas en esa final, pero lo mejor estaba por llegar…

            … y eso fue el oro de Elena Gómez en los mundiales de Debrecen 2002, cuando con 9,487 se hacía con el oro por delante de la holandesa Verona Van de Leur, plata con 9,350, y de la estadounidense Samantha Sheehan, bronce con 9,325. Fuera de las medallas se quedaron la rumana Oana Ban, la subcampeona mundial brasileña Daniele Hypolito o la uzbeka Oksana Chusovitina entre otras.



            Y esta no fue la única medalla mundial de Elena Gómez, puesto que en los siguientes mundiales, Anaheim 2003, Elena se volvía a subir al podio logrando el bronce con una puntuación en la final de 9,675, por detrás de la rumana Catalina Ponor, que fue plata con 9,700 y de la brasileña Daiane Dos Santos, oro con 9,737. Pero además, Elena Gómez también fue medallista de plata en el europeo de Ámsterdam 2004 superada nuevamente por una de las grandes especialistas como Catalina Ponor.





            Otro de los grandes momentos para las gimnastas españolas en el Suelo ocurrió durante los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, cuando Patricia Moreno se colgó el bronce olímpico con un gran ejercicio puntuado con 9,487, solo superada por las dos rumanas y quedando por delante de la china Fei Cheng (9,412) y de la vigente campeona mundial Daiane Dos Santos (9,375). El oro fue de manera holgada para Catalina Ponor con 9.750, siendo la plata para su compatriota Nicoleta Daniela Sofronie con 9,562.

 


 

 


            Los mundiales de Melbourne 2005 tuvieron como campeona a la estadounidense Alicia Sacramone, superando en la final a su compatriota Nastia Liukin. En Aarhus 2006 fue Fei Cheng quien se proclamó campeona, mientras que en Stuttgart 2007 fue la estadounidense Shawn Johnson quien se hizo con el oro por delante de su compatriota Sacramone (como dato curioso de prensa rosa, Alicia Sacramone se casó hace unos años con el quarterback de la NFL Brady Quinn, aunque son más importantes las diez medallas totales que consiguió en mundiales, la segunda estadounidense con más medallas en Gimnasia artística femenina).




            Rumania volvió a lograr otro oro olímpico en Pekín 2008 de la mano de Sandra Izbasa, que se impuso con solvencia a sus dos rivales estadounidenses: La vigente campeona mundial, Shawn Johnson, y la campeona en esos mismos juegos del concurso completo, Nastia Liukin.



            En los tres mundiales disputados entre los Juegos de Pekín y de Londres hubo tres nuevas campeonas mundiales de diferentes países, lo que daba muestra de la diversidad y calidad de las diferentes escuelas gimnásticas. De esta forma, en Londres 2009 fue la británica Elizabeth Tweddle la campeona, en Rótterdam 2010 el oro fue para la australiana Lauren Mitchell, y en Tokio 2011 la presea dorada se la colgó la rusa Ksenia Afanasyeva.


            Había llegado el momento para que una estadounidense se hiciese con el ansiado oro olímpico, y en Londres 2012 Alexandra Raisman, que había obtenido la mejor nota en la calificación, se impuso con toda justicia en la final con una puntuación de 15,600 superando a Catalina Ponor, que fue plata con 15,200, siendo el bronce para la rusa Aliya Mustafina con 14,900, la misma nota que la cuarta clasificada, la italiana Vanessa Ferrari.





            Desde 2013 el dominio de la estadounidense Simone Biles ha sido aplastante, adjudicándose los tres títulos mundiales de manera consecutiva en Amberes 2013 (superando a Ferrari y a la rumana Larisa Iordache), Nanning 2014 (por delante de Iordache y Mustafina) y Glasgow 2015 (muy superior a Afanasyeva y a la estadounidense Maggie Nichols).




            Y este dominio de Simone Biles se hizo extensivo a los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro 2016, donde dominó con autoridad la final realizando un ejercicio impresionante lleno de acrobacias y dificultades que fue puntuado con 15,966 puntos, claramente por delante de Aly Raisman, que fue plata con 15,500, mientras que el bronce fue para la británica Amy Tinkler con 14,933, que fue capaz de superar a complicadas rivales como Vanessa Ferrari o la campeona de Europa, la suiza Giulia Steingruber, que cometió dos claros fallos en la final.







            Los últimos mundiales celebrados hasta la fecha se disputaron en Montreal en 2017 en una final que se vió marcada por las lesiones, puesto que la gimnasta que se había clasificado con la mejor nota, la estadounidense Ragan Smith, no pudo participar al sufrir una lesión en el tobillo antes de la final del concurso completo, y la italiana Vanessa Ferrari tuvo una caída durante su segunda diagonal lesionándose el tendón de Aquiles, lo que le impidió terminar su rutina. Tras todos estos incidentes finalmente fue Mai Murakami quien se hizo con un oro histórico para Japón por ser el primero en la especialidad. En el podio fue escoltada por la estadounidense Jade Carey que fue plata y por la británica Claudia Fragapane que fue bronce.



            El último gran evento disputado hasta la fecha fueron los Mundiales de Doha (Qatar), que se celebraron entre el 25 de octubre y el 3 de noviembre de 2018, siendo la estadounidense Simone Biles quien se adjudicó el oro de manera apabullante, sacando un punto a su compatriota Morgan Hurd que fue plata, quedándose con el bronce la defensora del título mundial, la japonesa Mai Murakami.




            Y hasta aquí el repaso histórico de este aparato, ya con la vista puesta en los próximos mundiales de Stuttgart que se celebrarán entre el 4 y el 13 de octubre de 2019 en la ciudad alemana.


Ignacio Ortiz
@00CAFETERO