Esta
pasado sábado 28-11-2015 mi
amigo Fran Maza y yo realizamos la quinta y última ruta de este periplo otoñal. Y para terminar decidimos dar un paseo por los senderos del Parque Natural de
Cazorla, Segura y Las Villas y retrotraernos en el tiempo para conocer algunas
de esas aldeas que se quedaron perdidas en la historia…
Visitamos
dos de estas aldeas, Los Centenares y Los Miravetes, y pudimos ver desde las
alturas otra más, Hoya de la Albardía. Estas
no fueron las únicas aldeas que, mediante expropiación con la excusa de la
creación del Coto Nacional de Caza de Cazorla-Segura, fueron desalojadas a la
fuerza en tiempos de la dictadura, allá por 1.960, como fueron también los
casos de Las Canalejas, Espumaderas de Arriba y Abajo, Los Archites o Los Goldines. Algunas de
ellas fueron dinamitadas para impedir que se volviesen a habitar.
Fue
una ruta muy especial, y más aún para mi amigo Fran, que tenía una deuda
pendiente con estos senderos.
Ya
en el camino hacia Pontones y Fuente Segura, lugar de inicio de nuestra ruta,
pudimos disfrutar de vistas tan llamativas como la niebla dispersa sobre las
montañas y el Mar de Nubes sobre el Pantano del Tranco visto desde Hornos.
Nuestro
punto de inicio fue el Nacimiento del Río Segura (bastante seco, por cierto), con un cielo despejado pero
una temperatura de -1ºC ,
un fresquito que rápidamente se nos pasó cuando empezamos a caminar por la
pista de Los Miradores para subir al Mirador de Juan León.
Las
vistas que teníamos por la pista eran muy variadas, pasando por zonas de
pinares muy verdes así como por zonas más áridas, dado que nos encontrábamos
en las proximidades de los Campos de Hernán Perea, e incluso con la imagen del
Yelmo a nuestra espalda.
A nuestro paso veíamos como los animales nos vigilaban en la distancia, desde los
buitres a las cabras, pasando por un venado, una ardilla curiosa o un rebaño de
ovejas…
Llegamos
a un punto en el que cogemos el desvío hacia el Pinar del Risco, y un poco más
adelante nos encontramos con la
Tiná del Estrenina, lo que nos recuerda también otro pedazo
de historia que lleva implícito esta ruta…
Como
detalle histórico, en el siglo XVIII, debido a la exhuberancia de sus bosques,
esta zona se convirtió en fuente de materia prima para la construcción de
edificios y, principalmente, de barcos. Esto hizo que se constituyese una
peculiar entidad denominada “Provincia Marítima de Segura de la Sierra ”. Viendo como son
los troncos de los árboles de esta zona, no me extraña que los mástiles de los
grandes navíos españoles procediesen de aquí…
El
fresquito que hacía era patente, y se mostraba especialmente en las zonas de
sombra, donde la rociada de la noche aguantaba, y hasta resultaba curioso ver
el camino mitad seco, mitad con hielo. Esa noche había caído una buena “pelúa”…
Tras
5,6 kms de trayecto llegamos al Mirador de Juan León, también conocido por
otros como el “Voceador de Juan León” (ya os podéis imaginar por qué…), desde
donde pudimos disfrutar de unas impresionantes vistas y vislumbrar en la
lejanía esas aldeas abandonadas que íbamos a visitar.
También
observamos, con Las Villas al fondo, otros lugares tan significativos como el
Puntal de las Cabras, Peña Corva, Peñamujo, el Collado de los Frailes, el
Barranco del Lobo, el Castellón de los Toros…
Continuamos
nuestro camino cresteando un poco por los miradores para darle la vuelta al
impresionante cortado que teníamos ante nosotros, pudiendo disfrutar de la
imponente presencia de Las Banderillas al frente.
Tras
un fuerte descenso por una pendiente empedrada, alcanzamos la Hoya del Ortigal y cogemos el
Sendero de las Espumaderas, el cual nos llevaría primeramente a pasar sobre la
aldea de Hoya de la Albardía con sus álamos alrededor, que solo vimos desde la distancia.
Seguimos
por este mismo sendero hacia el Collado de los Frailes, lleno nuevamente de contrastes, con zonas más áridas y rocosas, y otras de mayor vegetación, pero
siempre con unas vistas realmente bonitas.
Según
nos acercábamos a Los Centenares, la imagen de la muralla caliza de Las Umbrías
de Parra bajo Los Miradores, sobre los que habíamos estado un rato antes, por
encima del Barranco del Lobo y el Valle de Los Centenares, nos sobrecogía y
deleitaba al mismo tiempo por su belleza.
Por
fin llegamos a Los Centenares, un reto conseguido y una parte de historia al
alcance de nuestra vista. Andar por sus estrechas calles y sus casas en ruinas
nos produjo una sensación de pena y tristeza. La vida en una aldea de este tipo debía ser
dura, pero al mismo tiempo algo extraordinario.
Levantarte
por la mañana, abrir las ventanas y respirar el aire puro y limpio de esta
zona, así como poder admirar el increíble paisaje que rodea el pueblo debía de
ser una experiencia realmente gratificante.
Junto
a la única casa no expropiada de la aldea, nos encontramos otra que está
acondicionada como refugio con chimenea para que la gente pueda hacer vivac con
algo más de comodidad. Aquí aprovechamos para parar un rato y tomarnos un piscolabis.
Dejamos
atrás Los Centenares para encaminarnos por otro sendero muy bonito hacia Los
Miravetes, con la imagen de la ladera bajo la Hoya del Poyo Serbal al fondo, una gran subida
que nos esperaba para la parte final del recorrido, con la “Cabeza de Tortuga”
como espectadora de excepción.
En
el camino atravesamos el Arroyo de Los Centenares, y desde ahí comenzamos la
subida que primeramente nos llevaría hasta Los Miravetes y posteriormente a la Hoya del Poyo Serbal.
Llegamos
a Los Miravetes, una aldea más pequeña que la de Los Centenares, en la cual
también hay una casa habitable para vivac o refugio, con diversos utensilios
antiguos para uso de los visitantes.
La
subida hacia la Hoya
del Poyo Serbal se me atragantó un poco, se me hizo dura y me costó bastante
trabajo, lo cual no quita que las vistas según subíamos no fuesen maravillosas,
con el Pantano del Tranco al fondo, aunque no veía el momento de ver la “Cabeza
de Tortuga” desde cerca, ¡¡¡¡¡pero conseguí llegar a lo alto!!!!!.
Una
vez llegamos arriba, iniciamos la última parte del recorrido, campo a través,
por la Cañada
del Arroyo de la Fuente
de la Puerca
hasta llegar a nuestro punto de inicio, ya con las últimas luces del día.
Pues
para ser la última de este ciclo de rutas, los datos no están nada mal: El
recorrido constó de 20,623 kms, con un desnivel positivo de 921,41 metros , una pendiente
máxima del 36%, una cota mínima de 1.204 metros y una altura máxima de 1.773.
Uffffff.
Y
que mejor manera para celebrar el éxito de estas cinco rutas de senderismo, que
ir a nuestro bar predilecto, El Bosques, a tomarnos unas ricas jarras de cerveza
bien fresquitas, con sus apetitosas tapas, y ser atendidos por nuestra camarera
favorita, con la cual nos hicimos esta foto.
¡¡¡¡¡ HASTA LA PRÓXIMA , SEA CUANDO SEA
!!!!!
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Ignacio Ortiz
@00CAFETERO