El
salto de altura formó parte del programa olímpico desde su primera edición en
Atenas 1896, aunque sólo en categoría masculina. El primer campeón olímpico fue
el estadounidense Ellery Clark, que saltó el listón situado en 1’81.
En
los JJOO de Ámsterdam 1928 fue incluida por primera vez en la categoría
femenina, siendo la primera campeona olímpica la canadiense Ethel Catherwood
con un salto de 1’59.
Algunos
de los nombres más importantes de la historia del salto de altura son, por
ejemplo, Michael Sweeney (saltó 1’97 en 1895), George Horine (superó los 2 metros en 1912), el
legendario soviético Valeri Brumel (batió el record mundial hasta en seis
ocasiones, la última con 2’28 y fue campeón olímpico en 1964), el cuatro veces
recordman mundial John Thomas…
La
mítica rumana Iolanda Balas es quizá una de las mejores saltadoras de toda la
historia. Doble campeona olímpica en 1960 y 1964, batió hasta en catorce
ocasiones el record mundial entre 1956 y 1961, y su 1’91 permanecería durante
más de diez años como record mundial. Su estilo de salto era una variante muy
particular del salto de tijera, que supo adaptar a sus características,
consiguiendo el máximo rendimiento.
Muchas
han sido las formas de realizar el salto de altura a lo largo de los años, como
el salto de tijera, el rodillo costal o el rodillo ventral…
Estilo tijera |
Estilo rodillo costal |
Estilo rodillo ventral |
…hasta que
apareció el estadounidense Dick Fosbury, oro en los Juegos Olímpicos de México
1968, que con un salto de espaldas que se acabó conociendo como el “Fosbury
flop” revolucionó la especialidad, marcando un antes y un después en la
historia del salto de altura.
Y
como siempre, el repaso histórico a los grandes campeones olímpicos y mundiales
lo comenzaré por lo primero que recuerdo haber visto, concretamente los
Campeonatos Mundiales de Helsinki 1983, donde el oro masculino fue para el
soviético Gennadi Avdeyenko con un salto de 2’32, secundado en el podio por el
estadounidense Tyke Peacock y por el chino Jianhua Zhu.
Precisamente
el chino Jianhua Zhu, que llegaba a Helsinki como recordman mundial con 2’37
saltado ese mismo verano, batió en dos ocasiones más su record, hasta dejar la
plusmarca mundial en 2’39 en junio de 1984.
La
primera campeona mundial fue la también soviética Tamara Bykova con 2’01,
siendo la plata para la alemana federal Ulrike Meyfarth y el bronce para la
estadounidense Louise Ritter.
El
duelo entre Bykova y Meyfarth se extendió también a la lucha por la plusmarca
mundial. Meyfarth lo ostentaba desde 1982, cuando con 2’02 se lo arrebatara a
la italiana Sara Simeoni. Doce días después de la prueba del mundial, ambas
batían el record en el mismo escenario de Londres, y ambas con 2’03, pero fue
Bykova quien cuatro días después lo volvería a batir con 2’04, y nuevamente unos
meses antes de la cita de Los Ángeles con 2’05.
Pero
no se quedó la cosa ahí, puesto que la búlgara Lyudmila Andonova saltaba 2’07
en Berlín Este, aunque no pudo participar en los Juegos de Los Ángeles debido
al boicot de su país.
En
los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, la veterana subcampeona mundial
Ulrike Meyfarth (con sólo 16 años había ganado el oro en los Juegos Olímpicos
de Munich’72, batiendo el record mundial del momento con 1’92 y convirtiéndose
en la atleta individual más joven en conseguir un oro olímpico en atletismo) la
que con un salto de 2’02 se alzaba con su segundo oro olímpico, superando a
Sara Simeoni y a la atleta local Joni Huntley.
Su
compatriota Dietmar Mogenburg, otrora recordman mundial, con un salto de 2’35,
fue capaz de superar a dos duros rivales como el sueco Patrik Sjoberg que fue
plata, y el recordman mundial Jianhua Zhu, que se tuvo que conformar con el
bronce.
El
11 de agosto de 1985, en Donetsk, el soviético Rudolf Povartnitsyn se convirtió
en el primer saltador en la historia en superar la barrera de los 2’40,
batiendo la plusmarca mundial de Zhu, aunque menos de un mes mas tarde, su
compatriota Igor Paklin superaba esta marca en Kobe subiendo en un centímetro
el record.
Pero
la carrera por el record mundial continuaba, y en esta ocasión fue Patrik
Sjoberg quien lo batiría el 30 de junio de 1987 en Estocolmo, superando el
listón situado a 2’42 del suelo.
Este
gran estado de forma fue refrendado por Sjoberg para convertirse en campeón
mundial en Roma’87 con un salto de 2’38, superando a los soviéticos Gennadi
Avdeyenko e Igor Paklin, que compartieron la plata. El español Arturo Ortiz
quedó duodécimo en esta prueba.
Stefka
Kostadinova se iba a convertir en la gran referente del salto de altura femenino
en esos años. La búlgara no solo igualaba el record de su compatriota Andonova
en 1986, sino que lo superaba seis días después con 2’08 en Sofía, y lo refrendaba
con el oro mundial en Roma logrado merced a una nueva plusmarca mundial de
2’09, que permanece hasta la actualidad. Las otras medallistas en Roma fueron
Tamara Bykova plata y la alemana democrática Susanne Beyer bronce.
Y
entre los hombres, la nueva sensación era la irrupción de un cubano, Javier
Sotomayor, que llegaba a la élite para convertirse en leyenda. En Roma sólo
pudo ser noveno, pero un año después, en Salamanca, días antes de la
celebración de los Juegos Olímpicos de Seúl, se alzaba por encima del listón
situado a 2’43, batiendo la plusmarca mundial por primera vez, pero no pudo refrendarlo
en la cita olímpica por el boicot de Cuba a estos Juegos.
Sin
Sotomayor en liza, el oro en Seúl’88 fue para el ruso Gennadi Avdeyenko con
2’38, igualando el record olímpico de Sjoberg, siendo la plata para el
estadounidense Hollis Conway y dos medallas de bronce para Igor Povarnitsyn y
Patrik Sjoberg.
La
sorpresa saltaría en la prueba femenina, cuando la estadounidense Louise Ritter
se hacía con el oro merced a un mejor salto de 2’03, relegando a la gran
favorita Stefka Kostadinova a la medalla
de plata, siendo el bronce para Tamara Bykova.
Sotomayor
seguía con su progresión, y el 29 de Julio de 1989 volvía a superar el record
mundial en San Juan de Puerto Rico, dejando la plusmarca en 2’44. Esto lo
situaba como el máximo favorito al oro en los mundiales de Tokio’91, pero en la
gran final fue batido por el estadounidense Charles Austin, quien con 2’38
dejaba al cubano con la miel en los labios, teniendo que conformarse con la
plata, siendo el bronce para el también estadounidense Hollis Conway.
En
la prueba femenina de estos mundiales fue la que era vigente campeona europea,
la alemana Heike Henkel, quien se conseguiría el oro con una gran superioridad,
merced a un salto de 2’05, superando en siete centímetros a la subcampeona, la
soviética Elena Yelesina, y en nueve a la también soviética Inga Babakova.
Y
en Barcelona’92, Henkel se hizo con la triple corona (olimpiada, mundial y
europeo) al hacerse con el oro con 2’02, por delante de la rumana Alina
Astafei, siendo el bronce para la cubana Ioamnet Quintero.
En
Barcelona se consumó el único oro olímpico en la carrera del gran Javier
Sotomayor, cuando tras un salto de 2’34 al primer intento, superaba a Patrik
Sjoberg, que fue plata con la misma marca, y a otros tres atletas que fueron
bronce, también con la misma marca, Hollis Conway, el polaco Artur Partyka y el
australiano Tim Forsyth. El español Gustavo Adolfo Bécquer finalizó en undécima
posición.
Y
Salamanca volvería a ser la sede de otro hito histórico de Javier Sotomayor, cuando
el 27 de Julio de 1993 volvía a batir el record mundial con 2’45, marca que se
mantiene hasta la actualidad.
Hasta
aquí la primera parte de este artículo, próximamente volveremos con la historia
más reciente del salto de altura.
Ignacio Ortiz
@00CAFETERO