viernes, 3 de julio de 2015

MIS CONTACTOS CON EL MISTERIO: I - VISITANTE DE DORMITORIO

            Aunque me considero una persona escéptica en lo relacionado con el misterio, siempre he estado muy interesado en estos temas, me gustan, e incluso han llegado a apasionarme, pero mis incursiones dentro de este mundo han sido limitadas, como por ejemplo la visita que realicé a la famosa casa de Las Caras de Bélmez, que reflejé en esta entrada de mi blog ( http://espiritucafetero.blogspot.com.es/2014/03/una-visita-la-casa-de-las-caras-de.html ), pero realmente solo he vivido dos situaciones que se podrían englobar dentro de este mundo, y a continuación os voy a relatar una de ellas.


            Fue hace ya unos quince años, yo tenía veinticinco, y me sucedió en mi casa. Para ponernos un poco en situación, decir que por aquella época vivía en una casa de dos plantas con mis padres. Era verano, finales de junio, y sucedió una noche muy calurosa, de las típicas que vivimos en Linares durante el periodo estival.

            Era viernes por la noche, y aquel día no había salido de casa tras un duro día de trabajo. Normalmente dormía en el piso de arriba de mi casa, pero cuando llegaba el verano tenía la costumbre de bajarme a dormir a la planta baja, mucho más fresquita, para aguantar mejor el insoportable calor nocturno de mi ciudad.

            Hacía ya un par de semanas que había cambiado mi cama por el sofá-cama que teníamos en la planta baja, en la habitación donde siempre he pasado la mayor parte de mi tiempo. Unas veces abría la cama, y otras veces, como aquella noche, la dejaba cerrada y dormía en el sofá sin abrir.

            Debido al cansancio acumulado de la semana no tardé mucho en dormirme, estaba rendido, e incluso recuerdo que aquel día cené algo ligerito. Me dormí temprano para lo que siempre ha sido mi costumbre, y calculo que a eso de las doce de la noche ya había caído.

            Toda la casa estaba a oscuras, y la única luminosidad que había era la tenue luz de las lejanas farolas que entraba por la ventana que daba a la calle, situada junto a mi cabeza. Tengo que decir que mis sueños, como los de casi todo el mundo, son tremendamente extraños, y que una vez despierto rara vez los recuerdo.


            A lo que sucedió después le he dado muchas vueltas, y nunca he llegado a darle una explicación coherente, por lo que he decidido considerarlo como una parte misteriosa e inexplicable de mi vida.

            Pues bien, a mitad de la noche, calculo que debió de ser sobre las 3:30 aproximadamente, por la hora a la que miré el reloj posteriormente, tuve la sensación, o más bien la certeza, de estar despierto en mi sofá, con mi cuerpo mirando hacia el respaldo del sofá, de espaldas a la puerta de entrada a mi habitación.

            Suelo ser una persona con un sueño muy profundo, nunca he dormido demasiado, pero si que lo he hecho bien. Estos estados de duermevela me han sucedido en muchas más ocasiones, fundamentalmente en verano, pero aquel día noté algo que nunca más he sentido…

            La puerta de mi habitación estaba abierta, mis padres dormían en su dormitorio del piso superior, y tengo que decir que mi habitación estaba separada de las escaleras por una cristalera, por lo que cualquier sonido o cualquier luz procedente del piso de arriba se perciben rápidamente desde mi habitación.

            Estando en este estado que relato, empecé a escuchar, en la lejanía del patio de mi casa, un sonido de respiración profunda. No notaba que hubiese luz, ni escuchaba pasos, solo escuchaba una respiración que poco a poco se iba acercando hacia mi cuarto, como si estuviese atravesando el salón y pasando por el pasillo que da acceso a la puerta de mi habitación.

            El sonido era cada vez más intenso, cada vez más próximo, un sonido de respiración nasal muy profunda. No escuchaba nada salvo esa respiración, no había luz, pero curiosamente, y como he leído en diferentes casos de visitantes de dormitorio, no reaccioné, no me podía mover…

            Esa respiración entró en mi habitación, y de manera rápida se aproximó a mí, hasta sentirla junto a mi oído, junto a mi cabeza, a escasos centímetros de mí…


            La sentía con gran intensidad, pero yo estaba petrificado, no podía moverme, y una sensación de pánico me atravesaba la mente. Era un sonido como de animal, una respiración nasal excesivamente fuerte…

            Así estuve durante un tiempo que me pareció eterno, de espaldas a mi visitante de dormitorio, sin poder moverme, sintiendo pánico, pavor, terror,… inmóvil, inerte…

            Fueron unos quince o veinte segundos los que creo que estuve escuchando esa espantosa respiración junto a mi oído, pero se me hizo increíblemente largo…, y lo curioso es que no noté nada más, ni contacto, ni luz, ningún otro ruido…, solo esa desagradable exhalación.

            De repente, esa respiración, ese intenso sonido empezó a alejarse, volviendo por el mismo camino que había llegado, hasta perderse por el fondo de mi casa, como si todo hubiese sido solo un sueño, salvo por la sensación tan real que yo tenía de que eso había sucedido en realidad.

            Me quedé inmóvil, en la misma posición, durante un tiempo que pudieron ser unos diez minutos, ante la posibilidad de que esa respiración volviese a aparecer en cualquier momento, pero ya no sucedió, y, cuando tuve el aplomo suficiente, me incorporé del sofá, y, entre la oscuridad, intenté mirar hacia la puerta.


            Como la llave de la luz de mi cuarto estaba en la entrada del mismo, yo tenía una linterna sobre un mueble que estaba próximo al sofá, y cuando mis ojos se acostumbraron lo suficiente a la escasa luz de la calle, me levanté y cogí esa linterna, y lo primero que hice fue dirigir el haz de luz hacia la puerta.

            Y una de las cosas que más me llamó la atención fue que, entre la puerta y el sofá, justo en el centro, se encontraba la silla que utilizó cuando me siento en el ordenador, no dejando sitio material para pasar sin tener que apartarla, y era imposible no chocar con ella, menos aun a oscuras…

            Así estuve durante un cuarto de hora, sentado en el sofá, con la linterna en la mano, apuntando a la puerta, a la silla, a la mesa del ordenador, a la mecedora donde había dejado la ropa, nuevamente a la puerta, nuevamente a la silla, como si hubiese entrado en bucle, sin entender que era lo que había pasado, que era esa respiración, como había llegado hasta mí a oscuras sin chocar con nada, sin más ruido que ese hálito profundo que me heló la sangre y me dejó yerto, inmóvil, petrificado…


            Pasado un rato decidí volver a intentar dormirme, algo que hice pasado un rato. A la mañana siguiente, en mi búsqueda de una explicación lógica, les pregunté a mis padres si habían bajado durante la noche para algo al piso de abajo, y su respuesta fue negativa, y también me dijeron que ellos no habían escuchado nada raro.

            He seguido durmiendo ahí durante muchos años más, llegando a hacerlo incluso en invierno, y nunca me ha vuelto a suceder nada así, ni siquiera parecido. Fue algo puntual y aislado, y aunque posteriormente he leído y escuchado múltiples testimonios sobre visitantes de dormitorio, de las diferentes formas en las que se produce, y aunque mi condición escéptica me hace pensar que todo pudo ser fruto de mi imaginación o de mi fantasía en un momento de duermevela, la sensación que tengo es que eso sucedió realmente, porque fue algo tan vívido y claro que me hace plantearme seriamente que no fue un sueño, que fue real, inexplicable para mi, pero real.

            Pues este es el relato de la situación más inexplicable que he vivido. Ya ha pasado mucho tiempo, pero todavía tengo muy vivo ese recuerdo, algo que no he conseguido con ningún sueño en mi vida, lo que me da más motivos para pensar que aquello sucedió realmente, que una respiración profunda vino a visitarme….


Ignacio Ortiz

@00CAFETERO

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