Aunque
me considero una persona escéptica en lo relacionado con el misterio, siempre
he estado muy interesado en estos temas, me gustan, e incluso han llegado a
apasionarme, pero mis incursiones dentro de este mundo han sido limitadas, como
por ejemplo la visita que realicé a la famosa casa de Las Caras de Bélmez, que
reflejé en esta entrada de mi blog ( http://espiritucafetero.blogspot.com.es/2014/03/una-visita-la-casa-de-las-caras-de.html ), pero realmente solo he vivido
dos situaciones que se podrían englobar dentro de este mundo, y a continuación
os voy a relatar una de ellas.
Fue
hace ya unos quince años, yo tenía veinticinco, y me sucedió en mi casa. Para
ponernos un poco en situación, decir que por aquella época vivía en una casa de
dos plantas con mis padres. Era verano, finales de junio, y sucedió una noche
muy calurosa, de las típicas que vivimos en Linares durante el periodo estival.
Era
viernes por la noche, y aquel día no había salido de casa tras un duro día de
trabajo. Normalmente dormía en el piso de arriba de mi casa, pero cuando
llegaba el verano tenía la costumbre de bajarme a dormir a la planta baja, mucho
más fresquita, para aguantar mejor el insoportable calor nocturno de mi ciudad.
Hacía
ya un par de semanas que había cambiado mi cama por el sofá-cama que teníamos
en la planta baja, en la habitación donde siempre he pasado la mayor parte de
mi tiempo. Unas veces abría la cama, y otras veces, como aquella noche, la
dejaba cerrada y dormía en el sofá sin abrir.
Debido
al cansancio acumulado de la semana no tardé mucho en dormirme, estaba rendido,
e incluso recuerdo que aquel día cené algo ligerito. Me dormí temprano para lo
que siempre ha sido mi costumbre, y calculo que a eso de las doce de la noche
ya había caído.
Toda
la casa estaba a oscuras, y la única luminosidad que había era la tenue luz de
las lejanas farolas que entraba por la ventana que daba a la calle, situada
junto a mi cabeza. Tengo que decir que mis sueños, como los de casi todo el
mundo, son tremendamente extraños, y que una vez despierto rara vez los
recuerdo.
A
lo que sucedió después le he dado muchas vueltas, y nunca he llegado a darle
una explicación coherente, por lo que he decidido considerarlo como una parte
misteriosa e inexplicable de mi vida.
Pues
bien, a mitad de la noche, calculo que debió de ser sobre las 3:30
aproximadamente, por la hora a la que miré el reloj posteriormente, tuve la
sensación, o más bien la certeza, de estar despierto en mi sofá, con mi cuerpo
mirando hacia el respaldo del sofá, de espaldas a la puerta de entrada a mi
habitación.
Suelo
ser una persona con un sueño muy profundo, nunca he dormido demasiado, pero si
que lo he hecho bien. Estos estados de duermevela me han sucedido en muchas más
ocasiones, fundamentalmente en verano, pero aquel día noté algo que nunca más
he sentido…
La
puerta de mi habitación estaba abierta, mis padres dormían en su dormitorio del
piso superior, y tengo que decir que mi habitación estaba separada de las
escaleras por una cristalera, por lo que cualquier sonido o cualquier luz procedente
del piso de arriba se perciben rápidamente desde mi habitación.
Estando
en este estado que relato, empecé a escuchar, en la lejanía del patio de mi
casa, un sonido de respiración profunda. No notaba que hubiese luz, ni
escuchaba pasos, solo escuchaba una respiración que poco a poco se iba
acercando hacia mi cuarto, como si estuviese atravesando el salón y pasando por
el pasillo que da acceso a la puerta de mi habitación.
El
sonido era cada vez más intenso, cada vez más próximo, un sonido de respiración
nasal muy profunda. No escuchaba nada salvo esa respiración, no había luz, pero
curiosamente, y como he leído en diferentes casos de visitantes de dormitorio,
no reaccioné, no me podía mover…
Esa
respiración entró en mi habitación, y de manera rápida se aproximó a mí, hasta
sentirla junto a mi oído, junto a mi cabeza, a escasos centímetros de mí…
La
sentía con gran intensidad, pero yo estaba petrificado, no podía moverme, y una
sensación de pánico me atravesaba la mente. Era un sonido como de animal, una
respiración nasal excesivamente fuerte…
Así
estuve durante un tiempo que me pareció eterno, de espaldas a mi visitante de
dormitorio, sin poder moverme, sintiendo pánico, pavor, terror,… inmóvil,
inerte…
Fueron
unos quince o veinte segundos los que creo que estuve escuchando esa espantosa respiración
junto a mi oído, pero se me hizo increíblemente largo…, y lo curioso es que no
noté nada más, ni contacto, ni luz, ningún otro ruido…, solo esa desagradable
exhalación.
De
repente, esa respiración, ese intenso sonido empezó a alejarse, volviendo por
el mismo camino que había llegado, hasta perderse por el fondo de mi casa, como
si todo hubiese sido solo un sueño, salvo por la sensación tan real que yo
tenía de que eso había sucedido en realidad.
Me
quedé inmóvil, en la misma posición, durante un tiempo que pudieron ser unos
diez minutos, ante la posibilidad de que esa respiración volviese a aparecer en
cualquier momento, pero ya no sucedió, y, cuando tuve el aplomo suficiente, me
incorporé del sofá, y, entre la oscuridad, intenté mirar hacia la puerta.
Como
la llave de la luz de mi cuarto estaba en la entrada del mismo, yo tenía una
linterna sobre un mueble que estaba próximo al sofá, y cuando mis ojos se
acostumbraron lo suficiente a la escasa luz de la calle, me levanté y cogí esa
linterna, y lo primero que hice fue dirigir el haz de luz hacia la puerta.
Y
una de las cosas que más me llamó la atención fue que, entre la puerta y el
sofá, justo en el centro, se encontraba la silla que utilizó cuando me siento
en el ordenador, no dejando sitio material para pasar sin tener que apartarla, y
era imposible no chocar con ella, menos aun a oscuras…
Así
estuve durante un cuarto de hora, sentado en el sofá, con la linterna en la
mano, apuntando a la puerta, a la silla, a la mesa del ordenador, a la mecedora
donde había dejado la ropa, nuevamente a la puerta, nuevamente a la silla, como
si hubiese entrado en bucle, sin entender que era lo que había pasado, que era
esa respiración, como había llegado hasta mí a oscuras sin chocar con nada, sin
más ruido que ese hálito profundo que me heló la sangre y me dejó yerto,
inmóvil, petrificado…
Pasado
un rato decidí volver a intentar dormirme, algo que hice pasado un rato. A la
mañana siguiente, en mi búsqueda de una explicación lógica, les pregunté a mis
padres si habían bajado durante la noche para algo al piso de abajo, y su
respuesta fue negativa, y también me dijeron que ellos no habían escuchado nada
raro.
He
seguido durmiendo ahí durante muchos años más, llegando a hacerlo incluso en
invierno, y nunca me ha vuelto a suceder nada así, ni siquiera parecido. Fue
algo puntual y aislado, y aunque posteriormente he leído y escuchado múltiples
testimonios sobre visitantes de dormitorio, de las diferentes formas en las que
se produce, y aunque mi condición escéptica me hace pensar que todo pudo ser
fruto de mi imaginación o de mi fantasía en un momento de duermevela, la
sensación que tengo es que eso sucedió realmente, porque fue algo tan vívido y
claro que me hace plantearme seriamente que no fue un sueño, que fue real,
inexplicable para mi, pero real.
Pues
este es el relato de la situación más inexplicable que he vivido. Ya ha pasado
mucho tiempo, pero todavía tengo muy vivo ese recuerdo, algo que no he
conseguido con ningún sueño en mi vida, lo que me da más motivos para pensar
que aquello sucedió realmente, que una respiración profunda vino a visitarme….
Ignacio Ortiz
@00CAFETERO
No hay comentarios:
Publicar un comentario