Las
malas noticias se suceden, una tras otra, en lo que concierne a mi LINARES, la
ciudad que me vio nacer, ante la apatía de unos, el desprecio de otros y la
incredulidad de casi todos. Desde comienzos de los noventa hemos ido sufriendo
la decadencia paulatina de una gran ciudad, comenzando por la minería, Santana,
…, y ahora ese último clavo ardiendo al que se aferraban nuestros dirigentes
locales para justificar que LINARES seguía con vida como es el Comercio, un
sector que sabíamos que tenía las horas contadas porque en una comarca donde no
hay una buena base industrial que genere puestos de trabajo es imposible
mantener un sector tan dependiente del entorno que lo rodea. En fin, “ellos” sabrán…
Y
cuando digo “ellos”, más allá de
colores políticos, me refiero a todos los que “intentan”, se supone, reconducir
la situación de nuestro LINARES sin conseguir nada más que titulares como “Linares,
la ciudad de las dos pandemias”, “Linares, la ciudad con más paro de España”, “Linares,
el Chernobyl del paro en España”,…, que hacen que se me rompa el alma cada vez
que los veo, porque LINARES es una
ciudad de gente trabajadora, luchadora y orgullosa de su tierra, una gran ciudad
que ha acogido con los brazos abiertos a quien ha venido a ganarse el pan con
el sudor de su frente, para que ahora la codicia de algunos y la desidia de
otros hagan que no sepamos si podrá salir del “coma inducido” al que la han
abocado.
No
me gusta hablar ni discutir de política, ni lo voy a hacer ahora, yo tengo mis
ideas muy claras, pero en el caso de LINARES ningún partido se salva de la
quema, y si de verdad quieren y sienten esta ciudad ya no queda más opción que
trabajar sin descanso para revertir esta situación, ya no hay espera, se acabó
la cuenta atrás, basta de palabrerías y promesas incumplidas, de ITIs que nos
marginan con el beneplácito de unos u otros que según el color de sus partidos justifican
o critican cuando todos sabemos que son medidas insuficientes para nuestra
tierra…, ha expirado el tiempo y no queda más opción que usar el desfibrilador
para hacer revivir nuestra ciudad, así que, señoras y señores, pónganse YA manos a la obra y trabajen como si no hubiese un mañana,
porque si esto sigue así puede ser que no lo haya.
Y
cuando digo que LINARES es una ciudad de trabajadores y de luchadores lo digo
con conocimiento de causa, porque lo he vivido en mis propias carnes, en mi
familia, en mis vecinos, en mi entorno…
Os
contaré una historia personal: Mis padres, originarios de Lupión, llegaron a
Linares para que mi padre trabajase en Santana como lo hacían sus cinco
hermanos mayores, dejando atrás el pueblo y los rigores de los trabajos en el
campo que ambos habían padecido desde su más tierna infancia para ser acogidos
y arropados por una gente de LINARES que desde el primer momento los hicieron
sentir como en casa. De este matrimonio nacieron tres hijos varones, de los
cuales yo soy el mediano, todos nacidos y viviendo hoy por hoy en LINARES, a
los que nos inculcaron unos valores y ética de trabajo propios de nuestra ciudad
y su gente, algo de lo que me siento tremendamente orgulloso.
Mi
familia llegó de fuera y se integró rápidamente en la forma de vida linarense, ocurriendo
lo mismo con muchos de mis vecinos; unos de Ibros, otros de Villanueva de la
Reina, de Martos, de Jabalquinto,…, porque LINARES ha acogido, ya desde los
tiempos de las minas, a gente con procedencias muy diferentes y los ha
integrado en su idiosincrasia.
Somos
luchadores, lo llevamos en los genes y lo hemos demostrado con creces a lo
largo de los años, y seguiremos luchando por lo nuestro hasta la extenuación,
que nadie tenga duda de ello. Todavía recuerdo historias que me contaba mi
madre cuando la huelga de octubre de 1977 en Santana en las que ella me llevaba
en un carrito (yo tenía dos años) a esperar a mi padre a su salida y terminaba corriendo
Senda de la Moza arriba empujando mi carrito y con mi hermano mayor de la mano
ante las cargas policiales para dispersar a las mujeres de los trabajadores…, u otras historias que yo viví en
primera persona cuando mis amigos y yo tuvimos que salir desperdigados cada uno
por un lado de la Plaza del Ayuntamiento con las pelotas de goma volando sobre
nuestras cabezas…, o mi padre y mi madre, de luto riguroso por mi abuela, sentados en primera
fila en las vías del tren…, en definitiva, nada puede con el espíritu guerrero
de los linarenses.
Yo ahora, desde hace algo más de tres años, me veo en la tesitura de desplazarme diariamente a Martos para poder trabajar; mañana, tarde, noche, llueva o truene, sin contar desde agosto con la línea de autobús que la empresa Castillo fletaba para Martos y que unilateralmente decidió suspender poniendo en riesgo los puestos de trabajo de más de 200 curritos que nos desplazamos a la ciudad de la peña para llevar un trozo de pan a nuestras casas…, pero aun así sigo viviendo en LINARES y deseo poder seguir haciéndolo, en la ciudad que adoro, la que me ha convertido en la persona que soy, para bien o para mal, y por la que seguiré luchando con mis medios y posibilidades hasta que no me quede aliento para hacerlo.
#SiempreLinares
Ignacio Ortiz
@00CAFETERO
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