viernes, 27 de marzo de 2020

LAS REINAS DE LA GIMNASIA ARTÍSTICA FEMENINA, LAS GRANDES CAMPEONAS EN EL CONCURSO COMPLETO




                Ha llegado el momento de dar a conocer a las que han sido las gimnastas más completas a nivel individual y se han consagrado como las reinas absolutas de este deporte. Tras conocer a las mejores en Asimétricas (https://espiritucafetero.blogspot.com/2014/11/gimnasia-artistica-las-paralelas.html), en Barra de Equilibrio (https://espiritucafetero.blogspot.com/2016/04/gimnasia-artistica-la-barra-de.html) donde conté con la colaboración de la gran Alicia Fernández, en Suelo (https://espiritucafetero.blogspot.com/2019/05/gimnasia-artistica-femenina-el-suelo.html) y en Salto (https://espiritucafetero.blogspot.com/2019/10/gimnasia-artistica-femenina-el-salto.html), donde volví a contar con una colaboración de lujo como la de Paloma Moro, es un buen momento para dar un repaso a las que se han consagrado como las grandes triunfadoras en los principales eventos como son los Juegos Olímpicos y Campeonatos del Mundo, pero además vamos a contar con la colaboración estelar de algunas de las más importantes gimnastas españolas de todos los tiempos, que nos van a dar su opinión sobre las que, desde su punto de vista, han sido las más grandes de la historia.


                El All-Around o Concurso Completo es la máxima expresión de la Gimnasia Artística, puesto que quien se cuelga al cuello la medalla de oro es aquella que en la suma de los cuatro aparatos alcanza la mayor puntuación, dando muestra de su gran versatilidad, así como de la combinación perfecta de habilidades necesaria para ser la mejor gimnasta. Para alcanzar esta ansiada meta las gimnastas primero tienen que pasar una dura fase de clasificación y posteriormente disputar la gran final, en la que solo tienen cabida las mejores (existiendo en muchos casos limitación de número de gimnastas de un mismo país) y las que no han cometido errores graves en la clasificación.




                Como sorpresa especial, dentro de este texto podréis leer las opiniones de algunas de las mejores gimnastas españolas de todos los tiempos sobre quienes han sido para ellas sus gimnastas favoritas o las que más huella le han dejado. Han sido tan amables de darme su opinión gimnastas de la talla de Patricia Moreno, Tania Gener, Paloma Moro, Mónica Martín Cid, Cintia Rodríguez, Claudia Colom y Verónica Castro, cuyas elecciones iréis conociendo cuando llegue a sus protagonistas. ¿¿¿Os animáis vosotros a dar las vuestras???.





                Los campeonatos mundiales de Gimnasia artística se vienen disputando desde 1903 en Amberes, pero no fue hasta la X edición celebrada en Budapest en 1934 cuando se produjo la aparición de las pruebas femeninas, con la disputa únicamente de la competición por equipos y el Concurso Completo (aunque no se disputó una final como tal, sino que la clasificación se casó de los resultados obtenidos por las gimnastas en los ejercicios de equipos), siendo la gran vencedora la checoslovaca Vlasta Dekanova, siendo la plata para la húngara Margit Kalocsai y el bronce para la polaca Janina Skyrlinska. Cuatro años después, en Praga, Dekanova fue profeta en su ciudad natal y se volvió a alzar con el oro, pero esta vez las que la secundaron en el podio fueron sus compatriotas Zdenka Vjerzimirskova y Matulda Palfyeva. Sin duda, Vlasta Dekanova tiene que ser recordada como una de las pioneras de este deporte, siendo recordada como la mejor gimnasta anterior a la Segunda Guerra Mundial, periodo en el que estuvo presa por pertenecer a la resistencia polaca y ejerció de enfermera de campaña en 1945. Tras la guerra transmitió sus conocimientos como entrenadora de su país, dirigiendo a sus pupilas al oro por equipos en 1948.



                Tras el parón forzoso por la Segunda Guerra Mundial las competiciones mundiales no se reanudaron hasta 1950, cuando en Basilea se produjo la irrupción de la polaca Helena Rakoczy, quien fue la indiscutible dominadora de este mundial, colgándose el oro con una puntuación total de 94,016 puntos, superando ampliamente a la sueca Ann-Sofi Pettersson con 91,700 y a la austriaca Gertrude Kolar con 91,000. Además, Rakoczy recopiló otras tres medallas de oro y una de bronce en las pruebas por aparatos en la primera ocasión en la que se otorgaban medallas de manera independiente. Helena Rakoczy también fue medallista en los siguientes campeonatos del mundo celebrados en Roma en 1954, aunque en esta ocasión solo pudo ser bronce, viéndose superada por la checoslovaca Eva Bosakova que fue plata y por la soviética Galina Shamrai, que se alzó con el oro mundial, el primero de muchos para las gimnastas de la Unión Soviética.





                Con anterioridad al título mundial de Shamrai, en la primera cita olímpica para la gimnasia artística femenina en el Concurso Completo que aconteció en los JJOO de Helsinki 1952, su compatriota Maria Gorokhovskaya se había alzado con el primer oro olímpico individual en esta especialidad, en unos juegos donde la superioridad de las gimnastas soviéticas fue casi aplastante, con siete de las componentes del equipo entre las nueve mejores (curiosamente Shamrai solo fue octava), solo viéndose importunadas por las húngaras, que colocaron a Margit Korondi en el podio con el bronce y a la gran Agnes Keleti en sexta posición. La medalla de plata fue para la soviética Nina Bocharova. En estos Juegos Maria Gorokhovskaya se convirtió en la deportista con más medallas en una misma cita olímpica al conseguir siete metales, dos oros y cinco platas en total.




                En los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956 comenzó uno de los legados más importantes como es el que dejó la soviética Larisa Latynina, una de las más grandes gimnastas de la historia, logrando un trabajado oro sacando sólo tres décimas a Agnes Keleti, que fue plata, siendo el bronce para la también soviética Sofia Muratova. Estaba claro que había llegado para dominar la Gimnasia Artística femenina y se sobreponía a cualquier contratiempo, como el hecho de proclamarse campeona mundial en Moscú en 1958 estando embarazada de cuatro meses de su hija Tatyana, y su cosecha de oros no quedó ahí, puesto que logró todos los posibles menos en Suelo donde “solo” pudo ser plata. 



                En las olimpiadas de Roma 1960 Larisa Latynina se volvió a alzar con el oro del Concurso Completo comandando a la imparable armada soviética, que coparon las cuatro primeras posiciones, siendo la plata para Sofia Muratova, que de esta forma mejoraba el bronce de Melbourne, y quedando el bronce para Polina Astakhova. Dos años después, en los mundiales de Praga 1962, Larisa Latynina volvió a ser la reina indiscutible, pero se encontró con una rival muy dura que venía despuntando en los últimos años con el octavo puesto de los JJOO de Roma y el bronce en el Europeo de Leipzig en 1961, y no era otra que la checoslovaca Vera Caslavska, siendo el bronce para otra soviética, Irina Pervuschina. Este primer gran duelo entre dos de las mejores de la historia se decantó del lado de Latynina por menos de tres décimas (78,030 por 77,732 de Caslavska).




                Había llegado el momento del cambio de hegemonía, y el Tokyo Metropolitan Gymnasium fue el testigo del mismo cuando Vera Caslavsca se colgó el oro olímpico en 1964 por delante de Larisa Latynina con más de medio punto de ventaja. Había llegado el momento de la checoslovaca, e incluso Polina Astakhova estuvo muy cerca de quitarle la medalla de plata a su “jefa de filas”, pero finalmente se tuvo que conformar con repetir el bronce de Roma por 33 centésimas de punto.


                En los mundiales de Dortmund’66 Vera Caslavska continuó con su supremacía, ganando el oro en al Concurso Completo y conduciendo a Checoslovaquia a una victoria por equipos desbancando a la hasta ese momento todopoderosa URSS por un margen tan escaso como 38 milésimas de punto (383,625 por 383,587). Aun así, en la prueba individual no lo tuvo nada fácil, puesto que, aunque su gran rival en los años anteriores, Larisa Latynina, no pasó del undécimo puesto en su última participación oficial (habiendo cosechado en su palmarés un total de 18 medallas olímpicas con nueve de oro, así como 14 medallas en mundiales), fue la también soviética Natalia Kuchinskaya quien puso en serios aprietos a la checoslovaca, pero pudo resistir el empuje de la nueva ola soviética y mantener la primera posición. El bronce en este evento fue para la japonesa Keiko Ikeda, abanderada de una nueva hornada de grandes gimnastas provenientes del país del sol naciente.


                No tuvo nada fácil Vera Caslavska repetir el oro olímpico en los Juegos de México 1968, puesto que debido a su clara oposición a la invasión soviética de su país en la llamada “Primavera de Praga” y ser una clara defensora del movimiento democrático, se vio forzada a aislarse y entrenarse con medios precarios, recibiendo el permiso para desplazarse a México en el último momento. Aun con todos esos condicionantes en contra y otros derivados de las puntuaciones de los jueces, Caslavska se impuso al bloque soviético y se colgó el oro en el All-Around (además de diferentes medallas en todos los demás eventos) por delante de la soviética Zinaida Voronina que fue plata y de Natalia Kuchinskaya, bronce. Como protesta por el trato recibido por los jueces, en las dos ocasiones en las que estuvo en el podio y sonó el himno soviético bajó la cabeza en signo de protesta. Su actitud contraria al nuevo régimen político de su país le supuso una serie de impedimentos para la práctica deportiva que derivaron en el hecho de verse forzada a la retirada de la Gimnasia.



                En los mundiales de Ljubljana de 1970, ya sin Caslavsca como gran rival, las soviéticas volvieron a lo más alto del podio, siendo Ludmilla Tourischeva (quien acabó en la posición 24 dos años antes en México) quien se hizo con el oro, encontrándose como principal rival a la alemana democrática Erika Zuchold, quien lideraba una generación de jóvenes gimnastas procedentes de la Alemania oriental que iban a presentar seria oposición al bloque soviético. No obstante, tanto el oro por equipos como la medalla de bronce en el Concurso Completo fueron para la URSS, siendo este bronce para Zinaida Voronina.


                Sin tener la repercusión mediática de otras de sus compatriotas, Ludmilla Tourischeva se afianzó como la mejor gimnasta de principios de los 70, como demostró una vez más consiguiendo el oro olímpico en Munich’72 por delante de la alemana democrática Karin Janz y de la también soviética Tamara Lazakovich. Fue considerada como claro exponente del estilo soviético clásico, caracterizado por “gracia, elegancia, forma impecable y técnica fuerte”. También revalidó su título mundial en Varna’74, superando ampliamente a su compatriota Olga Korbut por 8 décimas y a la alemana democrática Angelika Hellmann en más de punto y medio.




                En los Juegos Olímpicos de Montreal se produjo la eclosión (aunque un año antes ya se había proclamado campeona de Europa en Skien) a nivel mundial y mediático de una joven talento de sólo 14 años proveniente de la emergente cantera gimnástica rumana: Nadia Elena Comaneci.


                Y es que aquellos Juegos Olímpicos de 1976 han marcado un antes y un después en la Gimnasia Artística Femenina, puesto que la actuación casi perfecta de Nadia Comaneci supuso un gran relanzamiento de este deporte. Logró el oro en el Concurso Completo con 79,375 por delante de las soviéticas Nellie Kim y Ludmilla Tourischeva, plata y bronce con 78,675 y 78,625 respectivamente. Fue la primera gimnasta en recibir la puntuación perfecta de los jueces, el 10,000, una cifra con la que fueron calificados siete de sus ejercicios.


                Mucha gente considera a Nadia Comaneci como una de las gimnastas más influyentes de la historia, y una de las que la tiene como tal es Tania Gener, diploma olímpico como componente del equipo español que acabó quinto en los JJOO de Atenas 2004, que al respecto me comentaba lo siguiente:



“Mi gimnasta favorita siempre fue Nadia Comaneci, de las que yo veía por la televisión.


Obviamente sobra decir de Nadia que fue, es y será la mejor gimnasta de la historia, venga quien venga, por sus ejercicios tan tan increíbles y limpios”.



                En los mundiales de Estrasburgo 1978 se produjo un triplete soviético comandado por Elena Mukhina, siendo escoltada en el podio por Nellie Kim y por Natalia Shaposhnikova, dejando fuera del cajón a una Nadia Comaneci que se tuvo que conformar con la cuarta posición pese a haber quedado segunda en las preliminares. La diosa fortuna no estuvo del lado de la prometedora Mukhina, quien en un entrenamiento en Minsk cuando luchaba por formar parte del equipo olímpico sufrió un accidente que la dejó seis meses sin habla y postrada en una silla de ruedas el resto de su vida.



                En el congreso de la FIG en Roma en noviembre de 1977 se decidió cambiar el ciclo de los mundiales, pasando de celebrarse cada cuatro años a cada dos, lo que hizo que la vigésima edición se celebrase en 1979 en Fort Worth, Estados Unidos, Nadia Comaneci llegaba como gran favorita tras haber conseguido su tercer campeonato europeo consecutivo, y más aún después de ser la mejor en los ejercicios obligatorios, pero antes de los libres tuvo que ser hospitalizada por una infección en la sangre provocada por un corte en la muñeca con la hebilla de sus calleras. Aun así, Comaneci realizó su ejercicio en la Barra de Equilibrio, y su 9,95 fue decisivo para que Rumanía se proclamase por primera vez campeona del mundo por equipos. En el apartado individual y ante la ausencia de Comaneci, fue la soviética Nellie Kim quien se alzó con el oro por delante de la alemana democrática Maxi Gnauck y de la rumana Melita Ruhn.



                Moscú 1980 se presentaba como un duelo entre Nadia Comaneci y la armada soviética, que jugaba en casa. El entrenador rumano Bela Karoly había designado como principal rival de su pupila a Yelena Davydova, y la gimnasta de Voronezh hizo buenas sus palabras y se impuso en el Concurso Completo dando muestras de ser una gimnasta innovadora, superando a Nadia Comaneci y a Maxi Gnauck, que compartieron la medalla de plata a solo 0,075 de la soviética. Llamativas fueron las airadas protestas de Karoly por las puntuaciones recibidas por Comaneci, le que le costó una seria reprimenda del gobierno de su país.




                Repitió Moscú como sede de una gran competición, en este caso de los mundiales de 1981, y el dominio soviético fue aplastante, copando al completo el cajón con Olga Bicherova en lo más alto, escoltada por Maria Filatova que fue segunda y por Yelena Davydova en tercer lugar. Dos años después, en el mundial de Budapest’83, continuó el dominio soviético, aunque con diferentes protagonistas, puesto que el oro fue para Natalia Yurchenko y la plata para Olga Mostepanova. Esta hegemonía sólo se vio rota por el bronce que se colgó al cuello la rumana Ecaterina Szabo.





                El boicot del bloque del Este de Europa marcó lo acontecido en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, puesto que el oro del Concurso Completo fue para la local Mary Lou Retton, una inesperada sorpresa puesto que, si bien es cierto que no estaban las soviéticas, sí que estaban las rumanas, pero ni Ecaterina Szabo que fue plata ni Simona Pauca que fue bronce pudieron frenar a la sorprendente gimnasta estadounidense, lo que planteaba un nuevo escenario para la Gimnasia Artística. La española Laura Muñoz realizó una gran actuación y ocupó la decimoquinta plaza final.



                Todo volvió un poco a la normalidad en los mundiales de Montreal’85, cuando el podio fue copado por gimnastas cuyos países habían secundado el boicot a Los Ángeles, y nuevamente las dos primeras posiciones fueron para gimnastas soviéticas, ocupando la primera plaza Oksana Omelianchik y la segunda Yelena Shushunova, mientras que el tercer lugar del podio fue para la alemana democrática Dagmar Kersten.


                La nueva hornada de gimnastas rumanas comenzaba a llamar con fuerza a la puerta de los grandes títulos, y ello se pudo comprobar en los mundiales de Rotterdam 1987 cuando Aurelia Dobre desbancó al bloque soviético y se hizo con el oro siendo su compatriota Daniela Silivas bronce, intercalándose entre ellas Yelena Shushunova para colgarse la plata.




                Se presentaba apasionante el duelo entre soviéticas y rumanas en los Juegos Olímpicos de Seul’88, y lo cierto es que la pugna fue apasionante, especialmente el que tuvieron por el oro Yelena Shushunova y Daniela Silivas, repartiéndose un par de dieces para cada una en la gran final y que se decantó por escasamente 0,025 puntos en favor de la soviética. La pugna por el bronce fue mucho más abierta puesto que fueron dos soviéticas y dos rumanas las que se disputaron ese último peldaño del podio, siendo finalmente la soviética Svetlana Boginskaya quien se llevó el gato al agua superando a Daniela Potorac, Natalia Laschenova y Aurelia Dobre. Y también se pudo comprobar la progresión de las gimnastas españolas cuando en un evento tan importante como esté, con todas las mejores gimnastas del mundo, Eva Rueda ocupó una más que meritoria 18ª plaza.




                Este duelo que protagonizaron Yelena Shushunova y Daniela Silivas marcó a las generaciones posteriores, y una de esas personas que vivió con pasión aquel enfrentamiento directo fue Verónica Castro, componente del equipo nacional español que logró el diploma olímpico por equipos en los Juegos de Atlanta 1996 y medallista de bronce en el campeonato de España absoluto ese mismo año, que me ha contado lo siguiente:





“Yo nado entre dos aguas con la Gimnasia, pues mis ídolos no pueden ser mas parejos y a la vez más dispares…


Comencé a admirar (pues a practicar y amar empecé un poco antes) la Gimnasia viendo los Juegos de Seúl. Ahí fui consciente de la magnitud de mi deporte y a mis 9 años, me enamoré de Silivas y Shushunova y su eterna lucha: la niña feliz y pizpireta, digna sucesora de Comaneci, contra la mujer más fría y perfecta de la URSS.


Esa lucha también era mía, pues las admiraba y me gustaban casi por igual, aunque confieso que quizá por su rictus y a mis pocos años me tiraba un pelín más la rumana; aunque ahora con la experiencia y los años me decante más por la rusa.


Así que si tengo que escoger a día de hoy me quedo con la inmensa Yelena.


Su gimnasia seria, perfecta, que parece fácil y eso sólo lo consigue la perfección más absoluta y el trabajo duro. Me flipa su concentración, su elegancia, y sobre todo recordar sus ejercicios y darme cuenta que casi 40 años después tienen dificultad y perfección suficiente como para pelear hoy en día por estar arriba.


Para mí, hablar de Gimnasia es hacerlo de ellas: Daniela Silivas y Yelena Shushunova (que en paz descanse y eterna en mi memoria)”.


                En este punto es cuando yo tomo partido y me mojo, eligiendo a Svetlana Boginskaya como la gimnasta que más me ha marcado a lo largo de la historia. Quizá no sea la mejor, quizá sus dificultades no fuesen las más complicadas, quizá…, pero lo que sí es seguro es que tenía una elegancia y estilo único, una forma de entender la Gimnasia Artística un poco diferente puesto que la “diosa de la gimnasia”, como muchos la llamaban (su apellido deriva del término ruso “boginya”, que significa “diosa”), sin duda era especial, no solo por su altura, lo que marcaba una gran diferencia con la mayor parte de sus rivales, sino también por su amplitud de movimientos y sus coreografías. Tenía una dureza mental increíble, supo sobreponerse al suicidio de su entrenadora de toda la vida, Lyubob Miromanova, una segunda madre para ella tras tener que abandonar Minsk siendo una niña de ocho años para entrenar en Moscú, solo tres días después de lograr cuatro medallas en Seúl y fue capaz de convertirlo en una motivación extra que la llevó a consagrarse como campeona mundial en Stuttgart’89 por delante de sus compatriotas Natalia Laschenova y Olga Strazheva, dedicándole ese merecido oro. También logró todos los oros posibles en los europeos de 1990. En sus movimientos se podía apreciar una clara influencia del ballet clásico y el haber practicado en su juventud Patinaje Artístico.



                Y he podido comprobar que no soy el único que piensa así, puesto que una grandísima gimnasta española como Mónica Martín Cid, diploma olímpico como componente de la selección española en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 y doble Campeona de España absoluta en 1994 y 1995, me cuenta lo siguiente:





“Mi gimnasta favorita siempre ha sido Svetlana Boginskaya. Tal vez no era de las más punteras, pero a mí siempre me pareció muuuuuuy elegante, me encantaban sus movimientos y su actitud de fortaleza.



Fue tres veces campeona olímpica con su equipo, y la llamaban el “Cisne Bielorruso” por como ya te dije antes, su forma de moverse”



                Indianapolis’91 fue el escenario de un gran duelo a cara de perro entre Boginskaya y la local Kim Zmeskal, decantándose el oro para la estadounidense y la plata para la soviética, mientras que el bronce fue a parar a la rumana Cristina Bontas. La Gimnasia española seguía al alza, y tras el 13er puesto de Eva Rueda en Stuttgart, en estos mundiales se producía el 15º de Silvia Martínez, lo que hacía albergar esperanzas de una buena actuación en Barcelona.



                Y llegaron los esperados Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, y a fe que no defraudaron lo más mínimo. De hecho, estos juegos marcaron un momento muy especial para la que años después se convertiría en la única medallista olímpica española en este deporte: Patricia Moreno.



                Cuando le consulté a Patricia, medallista de bronce olímpica en Atenas 2004 en Suelo y Campeona de España absoluta en 2007, quien había sido para ella la mejor gimnasta de la historia su respuesta fue la siguiente:





“No tengo una sola gimnasta favorita, en realidad tengo un equipo favorito que fue muy importante para mí, y creo que para la Gimnasia en general. Me refiero al equipo de la antigua Unión Soviética de Barcelona 1992. Las gimnastas que componían el equipo eran: Svetlana Boginskaya, Tatiana Gutsu, Oksana Chusovitina, Tatiana Lysenko, Yelena Grudneva y Rozaliya Galiyeva.


Para mi marcaron un antes y un después en el panorama mundial de la Gimnasia. Son leyendas, se atrevieron a ir un paso más allá, a nivel de dificultad técnica y de elegancia en cada uno de sus movimientos.


Gracias al salto que se dio en esos Juegos Olímpicos, nos dio a las generaciones posteriores un aliciente para seguir avanzando en un deporte tan minoritario como es la Gimnasia. Si las comparamos con la Gimnasia a nivel actual, a pesar del cambio de código de puntuación, siguen teniendo grandes dificultades.


Me acuerdo de cuando las vi en sus ejercicios…, es cuando me di cuenta que yo también quería estar ahí, ser como ellas, quería esa perfección que nos transmitían, hacer que pareciera fácil y después descubrir que era tremendamente complicado.


A día de hoy sigo viendo sus vídeos y me sigo emocionando al verlas. Para mí eso es Gimnasia, esa combinación de grandes dificultades con la expresión artística adecuada a cada una de ellas.


Me hicieron enamorarme de este deporte, y gracias a ese equipo, me entró la pasión y devoción por este deporte, que a pesar de no estar vinculada con él en la actualidad, sigo teniendo la misma pasión por él que cuando competía”.


                No en vano, la competición en estos Juegos se presentaba como un duelo entre Kim Zmeskal y Svetlana Boginskaya (oro y plata en el último mundial), pero a la postre acabó siendo una lucha sin cuartel entre dos compatriotas de ambas, Tatyana Gutsu (que competía bajo los colores del llamado “Equipo Unificado” compuesto por gimnastas de la extinta Unión Soviética) y Shannon Miller, quinta y sexta respectivamente en Indianápolis. Finalmente, esa lucha se decantó del lado de una Gutsu que a sus 15 años fue capaz de sobreponerse a una caída en la Barra de Equilibrio en las preliminares, pasando a la final por el cambio por “lesión” con Galiyeva, y que se acabó llevando el oro por apenas 0,012 puntos (39,737 por 39,725) merced a la alta dificultad de sus ejercicios, siendo el bronce para la rumana Lavinia Milosovici en dura pugna con su compatriota Cristina Bontas y con Svetlana Boginskaya que acabó quinta, quedando Kim Zmeskal relegada a la décima posición.



                En estos Juegos se produjo uno de los grandes momentos de la Gimnasia Artística Femenina española, puesto que aquel maravilloso equipo compuesto por Sonia Fraguas, Cristina Fraguas, Alicia Fernández, Eva Rueda, Ruth Rollán y Silvia Martínez logró un histórico quinto puesto por equipos con su consiguiente diploma olímpico, y en el aspecto individual Sonia Fraguas logró un sensacional noveno puesto final en el Concurso Completo, lo que unido al decimotercero de su hermana Cristina Fraguas y al vigésimo de Alicia Fernández completó una actuación inolvidable de este fantástico grupo de gimnastas a las órdenes de Fillo Carballo.




                Los mundiales de 1993 se celebraron en Gran Bretaña, concretamente en Birmingham, y tras la desmembración del antiguo equipo soviético en sus diferentes repúblicas y la retirada de Boginskaya, la que mejor supo pescar en el rio revuelto fue Shannon Miller, que se alzó con el entorchado mundial, aunque tuvo que sufrir muchísimo puesto que sólo 7 milésimas la separaron de la rumana Gina Gogean, que fue plata, y 51 de la medallista de bronce, la ucraniana Tatiana Lysenko. Sólo un año después, en Brisbane’94, Miller revalidaba su cetro mundial por delante de Milosovici y la rusa Dina Kochetkova.



                Los mundiales habían pasado a celebrarse cada año, por lo que en 1995 se disputó la edición XXX de los mismos en Sabae, Japón, con la ucraniana Lilia Podkopayeva subiéndose a lo más alto de podio por delante de la rusa Svetlana Khorkina y de Lavinia Molosovici.


                Con estos precedentes se llegó a la disputa de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, donde la campeona mundial Lilia Podkopayeva hizo buenos los pronósticos que la situaban como favorita y fue capaz de frenar al potente equipo rumano que colocó hasta a tres de sus gimnastas en el podio secundando a la ucraniana, puesto que a la plata de Gina Gogean había que unirle los dos bronces compartidos por Simona Amanar y Lavinia Milosovici. También se produjo la tercera aparición en unos Juegos de Svetlana Boginskaya tras haber sido plata en el Europeo de Birmingham en su vuelta a la alta competición tres meses antes, pero en Atlanta, defendiendo los colores de su Bielorrusia natal, no pudo pasar del decimocuarto puesto. También hay que destacar la decimoséptima plaza de la española Mónica Martín Cid, igualada a puntos con la estadounidense Dominique Dawes, así como la séptima plaza por equipos y el consiguiente diploma olímpico para el combinado español que también conformaban Joana Juárez, Mercedes Pacheco, Diana Plaza, Elisabeth Valle, Verónica Castro y Gemma Paz.



                La ucraniana de Donetsk dejó huella en muchas gimnastas, y una de ellas, que la tiene como su preferida, es Paloma Moro, diploma olímpico por equipos con el combinado nacional español en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 que ya había colaborado conmigo en este blog, y que me cuenta lo siguiente de la pequeña gran campeona Lilia Podkopayeva:



 
“No sé en qué momento pasó a ser mi gimnasta favorita, ella, Lilia Podkopayeva. Mi primer recuerdo de ella fue en el Campeonato de Europa de Birmingham, donde tuve la inmensa suerte de verla en directo, de conocerla en persona. Sorprendentemente, su tipo de Gimnasia y su perfil como gimnasta es lo contrario a lo que me suele gustar, que es la Gimnasia mas americana, mas ruda, mas bruta…; sin embargo, ella pasó a ocupar el primer puesto en mi lista de gimnastas.


Mi visión o recuerdo de ella es que fue una gimnasta sencilla, de las que pasan desapercibidas, sin hacer ruido…, pero llegó, lo ganó todo y se fue (veni, vidi, vici), un paso fugaz que marcó a muchas de las niñas que “empezábamos” en esto de competir en serio. Para mí, fue una gimnasta que teniendo un aspecto incluso más “frágil” te dejaba con la boca abierta con sus dificultades, desafiando a las jueces con esas acrobacias hacia delante tan poco frecuentes en aquella época, todo aderezado con su tremenda e incuestionable elegancia y majestuosidad”.




                En el periodo comprendido entre los Juegos de Atlanta y los de Sydney se disputaron dos campeonatos mundiales, concretamente los de Lausanne’97 y Tianjin’99. En el primero de ellos fue Svetlana Khorkina quien se coronó como campeona, siendo Simona Amanar plata y la rusa Yelena Produnova bronce. En tierras chinas la que se colgó al cuello la medalla de oro fue la rumana Maria Olaru, que se impuso a la ucraniana Viktoria Karpenko y a la rusa Elena Zamolodchikova. Muy destacable fue la actuación de dos gimnastas españolas, Sara Moro y Esther Moya, que quedaron clasificadas en novena y décima posición respectivamente, ambas por delante de la que era vigente campeona mundial Svetlana Khorkina (11ª) y de Simona Amanar (13ª).





                La sombra del dopaje cayó como un jarro de agua fría sobre lo acontecido en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 puesto que la gimnasta que logró el oro con sus ejercicios bajo el techo del Superdome de Sydney, la rumana Andreea Raducan, fue desposeída de su medalla y del título olímpico unos días después al detectarse en los análisis pseudoefedrina en su organismo, una sustancia prohibida. Raducan se había impuesto a sus compatriotas Simona Amanar y Maria Olaru completando un podio histórico completamente rumano, siendo cuarta la china Xuan Liu. A posteriori se supo que Raducan había tomado poco antes de la competición, bajo prescripción del médico de la selección rumana, un par de pastillas de un medicamento tan común como el Nurofen para intentar paliar la fiebre y la tos que tenía, con el grave error de que este medicamento contiene la sustancia dopante, aunque esta no le valiese de mucho para la competición que iba a realizar. Incluso sus propias rivales, que se habían visto favorecidas por esta descalificación, se negaron a que se realizase una nueva ceremonia de entrega de medallas como respeto a la que consideraban la ganadora de la competición. Con el dopaje hay que tener tolerancia 0, es una de las mayores lacras del deporte y todos aquellos que utilicen sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento merecen estar fuera del mundo del deporte, pero también hay que valorar cada caso de forma independiente, y aquí se pudo comprobar como un error tonto acaba tirando por tierra el trabajo de muchos años y te deja sin la gloria olímpica. Aun así, Andreea Raducan si conservó sus medallas de oro por equipos y de plata en Salto, puesto que en los análisis de las muestras de estas pruebas no se encontró nada…





                Nuevamente las gimnastas españolas rayaron a un gran nivel, quedándose a un paso de lograr el diploma olímpico individual con el noveno puesto de Esther Moya y el duodécimo de Laura Martínez. Donde sí lograron el diploma olímpico fue en la prueba de equipos, donde acabaron en cuarta posición con un fantástico grupo formado por Sara Moro, Paloma Moro, Marta Cusidó y Susana García, además de las dos mencionadas con anterioridad.


                Tres fueron los mundiales disputados entre Sydney y Atenas, aunque solamente en dos de ellos se disputó el Concurso Completo. En Gante 2001 el oro fue a parar a manos de Svetlana Khorkina, siendo la plata para la también rusa Natalia Ziganshina mientras que el bronce se lo llevó Andreea Raducan, acabando la española Sara Moro en octava posición. Dos años después, en Anaheim’03, Khorkina volvió a repetir el oro mundial, siendo la plata para la estadounidense Carly Patterson y el bronce para la china Zhang Nan.


                Precisamente, la campeona mundial de estas dos ediciones, Svetlana Khorkina, es una de las elegidas por Cintia Rodríguez, componente del equipo español de Gimnasia Artística femenina que fue la mejor clasificada del combinado nacional que logró la clasificación para los Juegos Olímpicos de Tokio en el mundial de Stuttgart 2019, donde además fue la única española en disputar la final del Concurso Completo acabando vigesimoprimera del mundo, como una de sus gimnastas predilectas de toda la historia tal y como me contaba con estas palabras:




“Entre mis gimnastas favoritas siempre destacaré a Svetlana Khorkina. Con su simple presencia en una pista hacía que el resto envidiara su forma de moverse, su elegancia, y sobre todo sus paralelas, con combinaciones imposibles e innovadoras”.



                La española Elena Gómez venía de proclamarse campeona mundial en Debrecen 2002 en Suelo, unos mundiales donde sólo se celebraron las competencias por aparatos, y llegó a Anaheim con la ilusión de realizar un gran papel. Y lo cierto es que todo comenzó muy bien para ella, siendo la que mejor puntuación sacó en la ronda de calificación, pero desgraciadamente no pudo refrendar ese puesto en la final y acabó en una más que sensacional quinta posición, el mejor puesto nunca obtenido por una gimnasta española en unos mundiales. Y curiosamente, cuando le pregunté a Claudia Colom, campeona de España absoluta en 2016 y componente del equipo nacional español en los mundiales de Nanning’14, Glasgow’15 y Montreal’17, además de octava en la calificación del Europeo de Berna 2016, sobre quien había sido para ella la mejor gimnasta o la que más le había influido, su respuesta fue la siguiente:



“Una gimnasta que admiraba mucho es Elena Gómez. El motivo principal es porque era de Mallorca como yo, y que cuando ganó la medalla de oro en el mundial fue cuando yo me estaba iniciando en la Gimnasia.



Cuando la vi, lo primero que pensé es que quería ser como ella. Me gustaba mucho su forma de hacer la Gimnasia. Era elegante y a la vez hacía gran dificultad. Yo diría que era una gimnasta muy completa”.


                Y Claudia tampoco es la única que tiene a la manacorí como uno de sus principales referentes, puesto que Cintia Rodríguez, también balear como ella y medalla de bronce en tres ocasiones en el Campeonato de España absoluto, me dejaba claro con estas sencillas palabras, que realmente dicen mucho, su predilección por ella:



                               “Elena Gómez creo que no necesita ninguna descripción”.




                En esos mismos mundiales de Anaheim, justo por detrás de Elena quedó, en sexto lugar del Concurso Completo, una joven rumana que llegaba empujando fuerte de nombre Oana Ban, plata por equipos en ese mundial y oro en Atenas en la misma especialidad, además de ser plata mundial en Debrecen’02 en la Barra de Equilibrio, y que es una de las escogidas por la subcampeona europea en Asimétricas en 2005, Tania Gener, entre sus gimnastas preferidas:



“De las que compitieron conmigo una de mis favoritas es Oana Ban, de la que puedo decir que su potencia y su fuerza hacía que sus ejercicios fueran increíbles, sobre todo el Suelo”.




                En los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 se repitió el mismo podio de los últimos mundiales disputados, solo que en esta ocasión se intercambiaron el sitio las dos primeras puesto que el oro olímpico fue para Carly Patterson mientras que Khorkina se tuvo que conformar con la plata, y quien si repitió bronce fue Zhang Nan. La gran damnificada de esta competición fue la rumana Oana Ban, quien tras clasificar en tercer lugar para la final del concurso Completo y lograr el oro con su equipo, no pudo participar en la gran final debido a una lesión sufrida en su último ejercicio, tirando por la borda las muchas opciones de medalla con las que contaba a tenor de sus ejercicios previos. En lo que a las españolas respecta, sensacional octavo puesto y diploma olímpico individual para Elena Gómez, quien comandó a la selección española hasta el quinto puesto en la general por equipos, teniendo como compañeras a Patricia Moreno (medallista de bronce en Suelo), Tania Gener, Mónica Mesalles, Laura Campos y Sara Moro.



                Sólo una milésima de punto separó el oro de la plata en los mundiales de Melbourne 2005, una milésima que hizo que la estadounidense Chellsie Memmel se impusiese a su compatriota Nastia Liukin, hija del mítico Valeri Liukin, en lo que supuso unos de los resultados más apretados de la historia. El tercer lugar del podio fue ocupado por la australiana Monette Russo, que competía en casa. La española Lenika de Simone acabó en decimocuarta posición.



                En Aarhus, Dinamarca, se celebró otro nuevo mundial en 2006, a partir del cual se cambió el código de puntuación, y además supuso un gran hito histórico puesto que la italiana Vanessa Ferrari se alzaba, contra todo pronóstico, con el oro en el Concurso Completo por delante de la estadounidense Jana Bieger y de la rumana Sandra Izbasa. La mejor española en esta competición fue Laura Campos en decimocuarta posición.


                La estadounidense Shawn Johnson se proclamó campeona mundial en Stuttgart 2007 liderando al potente equipo estadounidense que ganó la competición por equipos. Junto a ella en el podio estuvieron la rumana Steliana Nistor en segunda posición mientras que para el tercer puesto hubo un empate entre la brasileña Jade Barbosa y Vanessa Ferrari.


                Una sensacional actuación le reportó a Nastia Liukin el oro olímpico en Pekín 2008 por delante de su compatriota Shawn Johnson, resarciéndose en parte de la decepción que les había supuesto el hecho de no ganar el oro olímpico por equipos al quedar por detrás de China. Precisamente fue la china Yang Yilin, principal exponente del tremendo potencial mostrado por su equipo, quien se acabó llevando la medalla de bronce.



                Cintia Rodríguez, componente del equipo nacional español desde los mundiales de Rotterdam 2010, también me ha designado a Nastia Liukin como una de sus gimnastas preferidas de todos los tiempos:



“Nastia Liukin por su elegancia y perfección, y por la precisión de cada uno de sus ejercicios, con dificultad pero sin fallo”.


                Tampoco es la única que tiene a Nastia entre sus preferidas, puesto que Tania Gener, que además de, como ya hemos visto, ser diploma olímpico, también fue dos veces campeona de España absoluta en 2005 y 2004, además de subcampeona en 2004, y que me contaba esto sobre la hija del gran Valeri:



“De las que compitieron conmigo también es una de mis favoritas Nastia Liukin, de la que siempre destacaré su limpieza, su línea de piernas, una línea de piernas que dos piernas parecían una…, increíble”



                Las gimnastas estadounidenses llevaban años siendo las principales referentes de la Gimnasia Artística femenina moderna, y cuando una dejaba de estar en la cúspide aparecía otra, y otra, y otra…, que hacía que la colecta de títulos mundiales y olímpicos no parase, como se pudo comprobar en los mundiales de Londres 2009, donde el oro y la plata fueron para Bridget Sloan y Rebecca Bross respectivamente, siendo el bronce para la japonesa Koko Tsirumi.


                En los últimos años los mundiales se están disputando cada año (salvo los años olímpicos), por lo que en 2010 se disputó una nueva cita mundial en Rotterdam, donde pudimos ver como la gimnasia del este de Europa seguía dando guerra al dominio estadounidense, y eso se pudo comprobar con el oro logrado por la rusa Aliya Mustafina, con la china Jiang Yuyuan en segundo lugar y Rebecca Bross salvando el honor estadounidense con el bronce.



                En Tokio tuvieron lugar los mundiales de 2011, y aquí todo volvió a la normalidad con el oro de Jordyn Wieber, que devolvía a Estados Unidos la supremacía mundial, aunque tuvo que sufrir mucho para superar a la rusa Viktoria Komova, que fue plata, quedando el bronce para china Yao Jinnan.



En estos mundiales participó una prometedora gimnastas canadiense llamada Christine Peng-Peng Lee, la cual venía en una clara progresión y que quedó decimonovena del Concurso Completo. Tras ayudar a su equipo a clasificarse para los Juegos Olímpicos de Londres 2012 en el Preolímpico, una lesión en el ligamento cruzado anterior en su rodilla la dejó sin el sueño olímpico. Tras este contratiempo se centró en su carrera universitaria, formando parte del equipo de las Bruins de la Universidad de UCLA, con la que realizó una sensacional carrera deportiva. Y todo esto lo comento porque Cintia Rodríguez también ha designado a Peng-Peng Lee como una de sus gimnastas preferidas, y esto es lo que me contaba sobre ella:



“Y por último Christine Peng-Peng Lee, que, aunque no sea tan conocida, creo que era un gran talento y demostraba virtuosidad y originalidad en todos sus elementos, además de un carácter competidor que más tarde demostró en la Liga Universitaria”.




                En los JJOO de Londres 2012 tuvieron lugar un par de circunstancias de esas que dan lugar a muchas interpretaciones. En primer lugar, la estadounidense Jordyn Wieber, vigente campeona mundial, se quedó fuera de la gran final del All-Around al calificar cuarta pero ser la tercera de su país, teniendo acceso a la final sólo las dos mejores de cada país. La otra circunstancia se dio en la disputa por la medalla de bronce: Con el oro olímpico para la estadounidense Gabrielle Douglas y la plata para Viktoria Komova tras una dura pugna entre ambas, el bronce, en lugar de ser compartido puesto que tanto Aliya Mustafina como Alexandra Raisman habían logrado la misma puntuación final, se acabó dilucidando en el desempate en el que se tenían en cuenta las tres mejores puntuaciones de ambas gimnastas, favoreciendo esta situación a Mustafina que había realizado un malísimo ejercicio en la Barra de Equilibrio, y que de esta manera se subía en solitario al cajón, quedando Raisman relegada a la cuarta posición.




                Y en 2013, en los mundiales de Amberes, fue donde comenzó el reinado de la auténtica dominadora de la Gimnasia Artística femenina mundial en los últimos años: Simone Biles.




                Lo cierto es que no lo tuvo fácil puesto que su compatriota y compañera en la selección estadounidense Kyla Ross estuvo comandando la competición hasta el último aparato, pero una mayor dificultad y un ejercicio sensacional le dieron el oro a Biles con casi un punto de ventaja sobre Ross, que se tuvo que conformar con la plata, teniendo que conformarse la vigente campeona Aliya Mustafina con el bronce. Al año siguiente Simone Biles retuvo el título mundial en Nanning’14, como también sucedió en Glasgow’15, siendo el podio completado en la ciudad china por la rumana Larisa Iordache y por Kyla Ross, mientras que en la escocesa la escoltaron Gabrielle Douglas y nuevamente Iordache, aunque en esta ocasión un escalón más abajo.




                El dominio de Simone Biles en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro 2016 fue incontestable, superando en casi dos puntos a su compatriota Alexandra Raisman, que fue plata, y en casi cuatro a la medallista de bronce, la brasileña Rebeca Andrade. Estaba muy claro que Biles, una gimnasta con una potencia física increíble capaz de realizar ejercicios con dificultades solo al alcance de las elegidas, había llegado para reinar en la Gimnasia mundial durante muchos años, y recibió el privilegio por parte de su país de ser la portadora de la bandera en la ceremonia de clausura de los Juegos, primera gimnasta estadounidense en recibir tal honor.



                Tras cuatro años demostrando ser la mejor gimnasta del mundo, Simone Biles se tomó en 2017 un año sabático, lo que fue aprovechado por una joven compatriota suya de dieciséis años, nacida en China y adoptada con 11 meses de nombre Morgan Hurd. Y es que esta gimnasta, en su primer año compitiendo en la élite y compitiendo con gafas, fue capaz de tomar el relevo de Biles y proclamarse campeona mundial en Montreal ante la sorpresa general, superando a rivales más veteranas como la canadiense Ellie Black o la también joven promesa rusa Elena Eremina, plata y bronce respectivamente.




                El retorno de Simone Biles se produjo por todo lo alto con dos nuevos títulos mundiales en los últimos campeonatos disputados hasta la fecha, los de Doha 2018 y Stuttgart 2019. La superioridad de Biles en ambos eventos fue demoledora, sacándole más de punto y medio a la japonesa Mai Murakami y a Morgan Hurd en Doha, que fueron plata y bronce respectivamente, y mayor fue su ventaja en Stuttgart, donde sacó 2,1 puntos a la china Tang Xijing que fue plata y 2,6 puntos a la rusa Angelina Melnikova, que fue bronce. Sin duda, tenemos en Simone Biles a una gimnasta que marcará una época y que será recordada dentro de muchos años como una de las más grandes, aunque todavía le queda futuro por delante, y pese a que hace unos días se pospusiesen los Juegos Olímpicos de Tokio para 2021 por la pandemia mundial que estamos sufriendo, seguro que entonces seguirá demostrando su grandísima calidad.






                Y hasta aquí el repaso a las grandes campeonas olímpicas y mundiales en la Gimnasia Artística femenina, esperando que pase lo antes posible y de la mejor manera este mal momento a nivel mundial creado por el Coronavirus, y que finalmente el próximo año se acaben disputando esos Juegos Olímpicos de Tokio para que nuestras gimnastas españolas puedan vivir el sueño olímpico que con tanto trabajo se han ganado. Pero no quiero terminar sin agradecerles su colaboración a las grandes gimnastas que aquí han expresado su opinión personal, así como animaros a todos a participar y que nos contéis quienes son para vosotros las grandes “Reinas de la Gimnasia”.



Ignacio Ortiz
@00CAFETERO