El
pasado sábado 4 de Junio hice una ruta junto a mis amigos Fran, Juan Antonio y
Manu (y he contado con su colaboración en el reportaje fotográfico) por el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, partiendo desde el
municipio de La Iruela
para realizar un camino lleno de embrujo y leyendas conocido como “Sendero de
los Muertos”, “Camino de los Muertos” o “Sendero de los Espíritus”, además de
dirigirnos también a las cimas de El Gilillo y El Banderín.
El
nombre de este sendero tiene una historia un poco macabra, puesto que se debe a
que durante los tres siglos anteriores esta senda era utilizada por los
“Recolectores de cadáveres”, un grupo de encapuchados que se encargaban de
recoger los cadáveres de los serranos fallecidos para que pudiesen ser enterrados en
tierra santa. Esta función la desempeñaban de noche, una “Santa Compaña” de
supersticiones que atraía el mal fario a quien se cruzaba con ella.
Esta
ha sido sin duda la ruta más dura de las que he realizado hasta el momento,
añadiéndole además el inconveniente del calor que hacía, pero mereció la pena
desde el primer al último metro del recorrido.
En
vista del calor que estaba previsto que hiciese nos aprestamos a comenzar
nuestra caminata bien temprano, y empezamos a subir por este sendero
emblemático partiendo desde el mismo pueblo de La Iruela , punto de partida
del recorrido, bajo el castillo templario.
Tras
unos minutos de subida, pasando junto a una “Vía Ferrata” con cuatro paredes
verticales de hasta 60
metros de altura unidas por tramos horizontales y un
puente, situada en las paredes verticales del Pico La Mocha y en la que los
aficionados a la escalada pueden disfrutar de su deporte, pudimos contemplar ya
desde la altura el Castillo de La
Iruela , así como las vistas que nos depara el Mar de Olivos
de la provincia de Jaén.
Con
la vista de “El Escribano” al frente, llegamos a un punto en el que el camino
se bifurca, donde hay una gran piedra blanca, y en vista de la posición del sol
y la arboleda del camino decidimos coger la senda de la derecha, la que nos
llevaba hacia “La Mocha ”,
una zona con menor vegetación.
Nos
encaminamos por una empinada pendiente hasta llegar a La Mocha , desde donde
disfrutamos de unas increíbles vistas de La Iruela , su castillo y las ruinas de la iglesia de
Santo Domingo de Silos, así como también pudimos contemplar el gran cortado que
se encuentra junto a esta cima.
Volvemos
al sendero para seguir subiendo entre una arboleda de pinos hasta llegar a la
antigua casa forestal de Prado Redondo, hoy en día en ruinas, donde paramos un
rato para hacernos unas fotos con nuestra bandera de “CAFETER@S POR LOS
MONTES”.
Continuamos nuestro camino para dirigirnos
hacia el Puerto del Tejo, por un sendero con zonas arregladas con mampostería y
disfrutando de lo que nos ofrecía la naturaleza, como pinos de formas realmente
extrañas y piedra curiosas, y una vez en el puerto íbamos a decidir si hacíamos
el sendero circular o cogíamos un “pequeño” desvío, que fue lo que finalmente
hicimos para dirigirnos hacia el Pico Gilillo, situado a 1.848 metros de
altitud, el cual divisábamos en la lejanía.
Tras
parar en el Puerto del Tejo para un pequeño piscolabis, tomamos el sendero que
nos iba a llevar hacia mi primer vértice geodésico, el que está situado en la
cima del Gilillo, del que nos separaban unos 4 kms, camino que luego tendríamos
que desandar para volver a nuestra senda.
Pasamos a lado
de la Laguna
de Cazorla, que en esta época se encuentra completamente vacía, pero tuvimos la
fortuna de ver a una hembra de muflón. Da gusto ver como a estos animales en su medio
natural.
El
camino, a pesar de los más de 800 metros de desnivel positivo que llevábamos
en las piernas, se hacía muy llevadero hasta que llegamos a Puerto Gilillo y su
refugio derruido, y desde aquí comenzamos a subir hasta situarnos bajo el pico
del Gilillo, al cual subimos por su ladera rocosa y abrupta para llegar al Vértice
Geodésico.
La
pena fue que, casi cuando estábamos llegando, unas nubes comenzaron a pasar a
nuestra altura, ofreciéndonos el encanto propio de las grandes cimas pero
privándonos de poder contemplar parte de las impresionantes vistas de las que
se puede disfrutar desde la cima de este pico, pero bueno, por fin hice mi primer vértice!!!!.
Una
vez llegamos a la cima y nos hicimos las consiguientes fotos, volvimos hasta el
Puerto del Tejo para afrontar una nueva subida, en este caso hasta la cima del
“Banderín”, situada a 1637
metros de altitud, donde se encuentra una casa forestal
de vigilancia contra incendios y una gran antena.
El
ascenso al Banderín lo comenzamos desde muy cerca del Puerto del Tejo, y una vez
llegamos a su cima nos quedamos comiendo bajo unas encinas situadas junto a la
casa.
Tras
reponer fuerzas y charlar un rato con el guarda forestal, bajamos para volver a
nuestro sendero pasando junto a la seca Laguna de La Iruela , el que baja del Puerto
de los Arenales, con una bajada continua y constante por un sendero bien
preparado pero con numerosas piedras y piñas caídas que hacen que no te puedas
despistar en exceso. Una mirada atrás hacia el Banderín nos muestra el largo
camino que llevábamos pateado, además de la llamativa presencia en la lejanía de los Poyos de la Mesa.
Esta
bajada entre pinos es preciosa, pero llega un momento en el que se te hace
eterna de tan larga y pronunciada como es, aunque agradecimos los ratos de
sombra que nos ofrecía, lo que nos corroboró el acierto que tuvimos en la
elección del sentido de la ruta. Además, el cuerpo ya estaba deseando terminar,
y más aun cuando sabes que te esperan unas cervezas fresquitas…
Acercándonos
al final de la bajada pasamos junto a la caseta de Fuente Rechita, y un poco más adelante vemos la Fuente de la Magdalena , vestigio de la antigua Fuente de la Milagrosa , que se
encontraba en la Cueva
de la Magdalena
y que a raíz de su leyenda durante mucho tiempo tuvo fama de poseer aguas
curativas.
Y
un poco mas adelante, por encima de nuestras cabezas y oculto por la arboleda
divisamos ligeramente el Eremitorio de la Magdalena , una edificación de finales del siglo
XVI (aunque se dice también que puede tener origen romano) que se encuentra en
ruinas y está situado junto a la cueva, de donde nace el Arroyo de la Magdalena.
Por
fin llegamos a la “Piedra Blanca” e hicimos el último tramo que nos iba a
llevar a nuestro punto de partida en La Iruela , la cual ya divisábamos en la distancia.
Pero toda ruta tiene su momento para disfrutar de la naturaleza y todo lo que nos ofrece, y aquí os dejo un pequeño ejemplo con las fotografías artísticas de Fran, todo un lujo para la vista...
La dura ruta (para
mi, claro) constó de 23,791 kms, con un desnivel positivo de 1.204,01 metros ,
con una pendiente máxima del 27%, y variando entre los 888 metros de cota
mínima y los 1.837
metros de altura máxima. Yo acabé reventado, no estoy
preparado para estos trotes… pero la terminé, con dos c……
Y
como no podía ser de otra forma, y más aun tras una ruta como esta, al llegar a
Linares nos paramos para reponer líquidos en forma de cervezas fresquitas y sus
ricas tapas, nuevamente en la
Broché , donde nos esperaba nuestra amiga Encarni, que esta
vez no pudo venirse con nosotros de ruta pero que si compartió esta parte
fundamental de nuestras rutas.
¡¡¡¡¡
HASTA LA PRÓXIMA
!!!!!
Ignacio Ortiz
@00CAFETERO
Bonito reportaje, espero que no sea el ultimo. Mas vértices.
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