viernes, 27 de septiembre de 2013

LA EPICA Y TRISTE NOCHE DE ISIAH THOMAS

            Hace algún tiempo, conversando por twitter con mi amigo y colaborador de este blog Alberto Paulino (@titohellfire) me sugirió la posibilidad de escribir sobre un momento mágico de la historia de la NBA que se produjo en el sexto partido de las finales de 1988, así que he echado mano de videoteca y he vuelto a ver aquel partido.


            Lo que sucedió aquella noche del 19 de Junio de 1988 ha pasado a la historia de la NBA como una de las mayores proezas de un jugador mítico, pero que al mismo tiempo es uno de los grandes olvidados y marginados de la historia: Isiah Thomas.




            Pongámonos en antecedentes: Sexto partido de las Finales de la NBA de la temporada 1987-1988 que enfrentaba a Los Angeles Lakers y Detroit Pistons. La serie estaba siendo dominada hasta ese momento por los Detroit Pistons, que contaban con una ventaja de 3-2.



            En el primer partido de la serie los Pistons vencieron en pista contraria por 105-93, con 34 puntos de Adrian Dantley. En los dos siguientes partidos fueron los Lakers los que ganaron por 108-96 (con Magic Johnson enfermo) y 86-99 (en la pista de Detroit, el impresionante Silverdome de Pontiac).




            Los Pistons tenían hambre de título, y supieron rehacerse adjudicándose los siguientes dos partidos en su pista, el cuarto por un claro 111-86 y el quinto por 104-94 ante 41.372 espectadores. La férrea defensa y la superioridad en el rebote (+22 en el quinto partido) de los de Michigan les había dado la ventaja, pero la serie volvía a Los Ángeles y sería en el mítico Forum de Inglewood donde se dictaría sentencia.



            Antes del partido, el tradicional beso que se daban los que por aquella época eran grandes amigos Isiah Thomas y Magic Johnson. Ya en el partido, con el Forum lleno en sus 17,505 localidades, Isiah anotó la primera canasta del encuentro con un lanzamiento frontal de seis metros, toda una declaración de intenciones. Los Pistons dominaron el primer cuarto del encuentro, con Thomas como máximo anotador con nueve puntos, llegándose al final de los primeros 12 minutos de juego con un 20-26 favorable a los “Bad Boys”.




            Mis “Showtime” Lakers buscaban revalidar el título conseguido la temporada anterior, algo que no conseguía ningún equipo desde 1969 en que lo hiciesen los legendarios Boston Celtics, así que salieron mucho más motivados en el segundo cuarto y dieron la vuelta al partido gracias a una mayor intensidad defensiva que permitía sus fulminantes contraataques (hasta ese momento de la serie los Pistons habían controlado bastante bien esa faceta del juego de Lakers), con James Worthy como principal finalizador.


            Los Lakers estaban desarbolando con su velocidad a los Pistons, y el duelo anotador de los “3” de ambos equipos, Worthy vs Dantley, que había sido fundamental durante la serie estaba decantándose claramente a favor del jugador angelino. Al descanso se llegó con un 53 a 46 a favor de los Lakers.


            Al comienzo del tercer cuarto y con 56-48 en el marcador favorable a Lakers, Isiah Thomas tomó las riendas y se echó a los Pistons a la espalda, anotando los siguientes 14 puntos de su equipo de manera consecutiva. Isiah quería el anillo, quería llevarse el Trofeo Larry O’Brien para Michigan y sabía que era el momento clave, pero el infortunio se cruzó en su camino en forma de lesión.


            Quedando menos de cinco minutos para el final del tercer cuarto, una jugada fortuita en la que Isiah Thomas pisó el pie de Michael Cooper tras dar una asistencia a Joe Dumars en un contraataque le provocó una torcedura en su tobillo derecho con los Lakers arriba en el marcador por 72-66. Chuck Daly se jugó el todo por el todo y cuando quedaban 3:44 para el final del tercer cuarto volvió a sacar a la cancha a Isiah, que sólo había estado sentado en el banquillo 35 segundos.


            A pesar del dolor, el coraje de Thomas lo llevó a anotar 11 de los 15 puntos de su equipo en lo que quedaba de tercer cuarto, para llevar a los Pistons a retomar el mando en el marcador al final del periodo por 79-81. Isiah Thomas había anotado en ese tercer periodo un total de 25 puntos, record absoluto de un jugador en las finales de la NBA, con 11 de 13 en tiros de campo.

            Todo se iba a decidir en el último cuarto. Desde la grada, las celebridades como Barbra Streisand, Michael Douglas o el sempiterno Jack Nicholson entre otros animaban a los Lakers, mientras que en la cancha la cojera de Isiah Thomas era cada vez más notoria. Pese a ello seguía dirigiendo al equipo con sabiduría y lo llevó a remontar los siete puntos de ventaja que llegaron a alcanzar los Lakers a falta de siete minutos para ponerlo con ventaja en los momentos decisivos. Una canasta de Thomas ponía el 99 a 100 a falta de minuto y medio, a lo que siguió un tapón de Dennis Rodman y dos tiros libres anotados por Joe Dumars con un minuto justo en el reloj.



            Con un marcador de 99 a 102 para los Pistons se entró en el último minuto, donde una canasta de Byron Scott estrechaba la diferencia dejándola en +1 para Pistons. La asfixiante defensa de los Lakers en el siguiente ataque provocó un tiro muy forzado de Isiah Thomas que falló el lanzamiento.


            Con 27 segundos de partido, los Lakers buscaron un ataque para el “Sky-Hook” de Kareem Abdul-Jabbar. Kareem falló el gancho pero se le señaló una falta bastante dudosa a Bill Laimbeer con 14 segundos en el electrónico. El legendario pívot anotó los dos tiros libres para darle nuevamente la ventaja en el marcador a los Lakers.




            Joe Dumars forzó una penetración a canasta pero falló su lanzamiento. Los Pistons cometieron falta sobre Byron Scott a falta de 5 segundos, fallando este los dos tiros libres pero tras el rebote los Pistons no pudieron lanzar a canasta, por lo que la victoria se fue del lado de los angelinos por 103 a 102. La noche heroica de Isiah Thomas no tuvo final feliz para él, a pesar de los 43 puntos que anotó.


            El box-score del partido:




            La derrota en aquel sexto partido fue un duro golpe para los Pistons, lo que supieron aprovechar muy bien los experimentados Lakers de Pat Riley para vencer también el séptimo encuentro por 108-105, reteniendo de esta manera el título, el último de aquel inolvidable equipo del Showtime. El MVP de aquella apasionante final fue James Worthy.


            Un año después, los Detroit Pistons se tomaron la revancha de mis Lakers, a los que barrieron en la Serie Final por 4-0, pero esa es otra historia…



Ignacio Ortiz

@00CAFETERO

lunes, 23 de septiembre de 2013

ATLETISMO: SALTO DE LONGITUD (PARTE 1)

            Muchas veces he visto el salto de 8’90 metros de Bob Beamon en los Juegos Olímpicos de México 1968.




            Pero mis primeros recuerdos me llevan al primer mundial de Atletismo, Helsinki 1983, donde “El hijo del viento” Carl Lewis se mostró intratable y venció con 8’55 por delante de sus compatriotas Jason Grimes (8’29) y de Mike Conley (8’12). Por cierto, Conley, que en años posteriores sería campeón mundial y olímpico de triple salto, es el padre del jugador de la NBA de los Memphis Grizzlies Mike Conley Jr.


            En categoría femenina la campeona fue la mítica Heike Daute (un año más tarde tras su matrimonio pasó a llamarse Heike Drechsler) cuando competía por la República Democrática de Alemania con 7’27. Segunda fue la atleta que poseía el record mundial (con 7’43), la rumana Anisoara Cusmir con 7’15 y el bronce fue para la estadounidense Carol Lewis con 7’04.



            Al año siguiente, en los JJOO de Los Ángeles 1984, la superioridad de Frederick Carlton “Carl” Lewis fue más que notoria, y con sus 8’54 sacó treinta centímetros a sus rivales más próximos, que fueron el australiano Gary Honey (plata) y el italiano Giovanni Evangelisti (bronce), ambos con 8’24.



            En féminas, el boicot de los países de Europa del Este (la no-presencia de Heike Drechsler entre otras) favoreció el oro de Anisoara Cusmir con sólo 6’96, siendo la plata para su compatriota Vali Ionescu (6’81) y el bronce para la británica Susan Hearnshaw (6’80).


            Para los mundiales de Roma 1987 le había salido un duro competidor a Lewis. El soviético nacido en Armenia Robert Emmiyan había logrado con su estilo de salto en extensión una marca de 8’86 unos meses antes en Tsakhkadzor (1840 metros sobre el nivel del mar) y prometía plantar cara, y de hecho lo hizo pero no pudo con Carl Lewis que con unos fantásticos 8’67 superaba los también fantásticos 8’53 de Emmiyan. El bronce fue para el estadounidense Larry Myricks con 8’33.





            En la prueba femenina, la heptatleta Jackie Joyner-Kersee, que había igualado el record mundial de 7’45 de Heike Drechsler de 1986, se hizo con el oro saltando 7’36 superando a la soviética Elena Belevskaya (7’14) y a la gran favorita, la alemana oriental Heike Drechsler (7’13).


            En los JJOO de Seúl 1988 se esperaba otro gran duelo Lewis-Emmiyan, pero se vio truncado por la lesión del soviético en la clasificación. Sin Emmiyan, Carl Lewis se exhibió con 8’72, pero no fue tan claro como se esperaba porque había aparecido otro duro rival como fue su compatriota Mike Powell, que con 8’49 se hizo con la plata. El bronce fue para Larry Myricks con 8’27. Muy destacable la actuación del español Antonio Corgos que con 8’03 consiguió diploma olímpico al ser quinto.





            El duelo entre Jackie Joyner-Kersee y Heike Drechsler estaba servido, rivales en la pista y amigas fuera de ella, pero una tercera atleta intentaría luchar por las medallas, y esa era la soviética Galina Chistyakova que había batido el record mundial el 11 de Junio de ese año en San Petersburgo dejándolo en 7’52, plusmarca que sigue vigente en la actualidad. Este duelo a tres bandas se decantó por Jackie Joyner-Kersee tras saltar 7’40 por los 7’22 de Drechsler para la plata y los 7’11 de Chistyakova para el bronce. Un año después, Chistyakova batió también el record mundial de triple salto con 14’52, siendo la única atleta en la historia que ha batido las plusmarcas mundiales de salto de longitud y triple salto.


            Y llegamos al que considero el momento más memorable de la historia del salto de longitud: Los campeonatos mundiales de Tokio 1991. Robert Emmiyan dejó de ser el gran rival de Lewis tras un terremoto en su localidad de Gyumri en el que falleció su padre y que le afectó hasta el punto de no volver a saltar a su nivel anterior, por lo que todo iba ser cosa de dos:

MIKE POWELL vs CARL LEWIS

            Las series que protagonizaron estos dos atletas el 30 a Agosto de 1991 es uno de los momentos más increíbles de la historia del Atletismo. Carl Lewis llevaba 10 años sin perder ninguna competición de salto de longitud, 65 victorias consecutivas y más de 30 centímetros de ventaja entre su mejor marca y la de su principal rival que no era otro que Mike Powell.


            Era una tarde de verano pero con nubes negras que amenazaban tormenta, mucha humedad y las ráfagas de viento creaban incertidumbre en los saltadores. El primer salto de Powell, excesivamente nervioso fue bastante mediocre, 7’85, pero fue Carl Lewis el que golpeó primero y con fuerza: 8’68 en su primer salto con viento neutro y golpe sobre la mesa. Powell, lejos de amilanarse por el palo psicológico se fue en un segundo salto a unos muy buenos 8’54. Tras su gran primer salto, Lewis arriesga y hace nulo en su segundo salto.


            La tercera ronda deparó unos 8’29 de Mike Powell por los 8’83 (viento a favor de 2’3 m/s) de Lewis, que celebró su tremendo brinco con euforia. 29 centímetros separaban a Lewis de Powell, pero todavía no estaba todo dicho.


            Cuarta ronda de saltos y la tensión flotaba en el aire. Mike Powell vio que era el momento de arriesgar, de intentar lo imposible, y dos centímetros de marca en la plastilina anularon el que en apariencia fue el salto más largo de la noche. Carl Lewis, que no solía estar pendiente de los saltos de sus rivales en competición, vio este salto de Powell y se dio cuenta que todavía no tenía el oro en su poder. Los 2’9 m/s de viento a favor hicieron que los 8’91 a los que se fue Lewis en su cuarto salto no fuesen record mundial, pero lo afianzaban en la cabeza de la competición.


            Y llegó el momento histórico en el que el record de Beamon fue batido, el momento en el que Mike Powell voló hasta los 8’95, con un viento legal de +0’3 m/s que homologaba la nueva plusmarca, dejando atrás 23 años de historia.




            Carl Lewis estaba contra las cuerdas, ahora el palo psicológico lo había recibido él, y para colmo se había puesto a llover ligeramente. Su salto se fue a 8’87 con viento en contra de -0’2 m/s, el mejor salto de su carrera deportiva con viento legal, pero tras dos grandes saltos con viento excesivo los elementos se habían vuelto en su contra.


            Powell estaba sobreexcitado e hizo nulo en el sexto salto. Era la hora de la verdad, el todo o nada para Carl Lewis, pero no pudo ser y sus 8’84 con un viento a favor de 1’7 m/s fueron insuficientes para arrebatarle el oro a Powell.



            La serie de Carl Lewis fue impresionante, con una media de 8’82 en sus cinco saltos válidos, la mejor serie de la historia, pero insuficiente ante los 8’95 de Mike Powell, record que continúa vigente en la actualidad. Por cierto, el bronce volvió a ser para Larry Myricks con 8’42.


            El otro gran duelo se dio en categoría femenina, imponiéndose Jackie Joyner-Kersee a Heike Drechsler por sólo 3 centímetros (7’32 por 7’29), siendo el bronce para la soviética Larisa Berezhnaya con 7’11.


            Los JJOO de Barcelona’92 supondrían la revancha de Carl Lewis, quien en otro duelo muy igualado superó con sus 8’67 por sólo 3 centímetros a Mike Powell, que con sus 8’64 se adjudicó la medalla de plata. El bronce fue para el también estadounidense Joe Greene con 8’34.




            Revancha que también se iba a tomar Heike Drechsler, alzándose con el oro con 7’14 por delante de la atleta ucraniana del equipo unificado Inessa Kravets (7’12) y de su gran rival Jackie Joyner-Kersee (7’07).


            Lewis no participó en la prueba de longitud en los mundiales de Stuttgart’93, dejando el camino libre para el oro de Mike Powell, que con 8’59 se hizo fácilmente con el oro por delante del ruso Stanislav Tarasenko con 8’16 y el ucraniano Vitali Kirilenko con 8’15.


            Heike Drechsler se hizo con otro oro mundial en casa superando con sus 7’11 a la ucraniana Larisa Berezhnaya (6’98) y a la danesa Renata Nielsen (6’76).


            Goteborg’95 dio paso a la supremacía de un nuevo saltador: Iván Pedroso. El cubano consiguió su primer título mundial con unos estratosféricos 8’70 por delante del jamaicano James Beckford con 8’30 y el recordman mundial Mike Powell con 8’29. El cambio estaba servido.


            La italiana de origen británico Fiona May fue quien se alzó con la medalla de oro en Goteborg (6’98), siendo la plata para la cubana Niurka Montalvo (6’86) y el bronce para la rusa Irina Mushailova (6’83).


            Próximamente terminaré con este repaso por la historia que he conocido del salto de longitud, en la que adquieren más relevancia los saltadores españoles.

Ignacio Ortiz

@00CAFETERO